Partió siendo la sencilla historia de una niña con sus amigos del barrio, pero terminó transformándose en un ambicioso proyecto de animación en papel, constituyendo un gran desafío para el equipo de producción y realización. El resultado fue un producto único, de calidad y exportación.

Peter Lord (Aardman Animations),Junto al equipo de Zumbastico Studios

Por Pilar Subiabre

Articulo exclusivo para la edición especial de Solomonos Magazine

Escondidos en una fábrica reacondicionada, en la comuna de Recoleta, el equipo de Zumbastico Studios alberga todo un mundo de papel en su interior. Grandes set montados en el entretecho y una infinidad de personajes cuidadosamente guardados en sus cajas, son los elementos que han dado vida a la serie “Puerto Papel”.

Su primera temporada, de 26 capítulos y 286 minutos de animación, cuenta las aventuras y desventuras de Matilde, una niña de 12 años que va a pasar el verano con su abuelo Barba Crespa en el pueblo costero de “Puerto Papel”. Debido a un incidente muy especial, adquiere poderes mágicos de un coco, pero cada mañana despierta con un poder distinto y absurdo, lo cual la hace verse envuelta en extrañas situaciones, acompañada siempre por su gran amigo Carlos.

Innovar en el stop-motion utilizando como materia prima el papel, en vez de las tradicionales plasticina o arcilla, y mezclarlo con animación en 2D, fue lo que este grupo de creadores, formado por Álvaro Ceppi, Hugo Covarrubias, Carlos Bleycher, Cristián Louit y Gabriel Noé, lograron luego de tres arduos años de trabajo. Sin experiencia similar en el formato, decidieron embarcarse en este riesgoso proyecto, que resultó ser un aprendizaje para las más de 80 personas que participaron en desarrollar la serie.

La propuesta, en un principio, parecía muy ambiciosa, por lo que obtener el presupuesto se veía lejano. Había que conformar varios departamentos que permitieran un flujo de trabajo veloz y organizado: diseño, arte, construcción y animación. “Era como un poco fuera de lugar a la experiencia que teníamos localmente, por lo menos como Zumbastico”, comenta Álvaro Ceppi, codirector de la serie junto a Hugo Covarrubias.

El proceso de financiamiento fue largo y concluyó casi al mismo tiempo que el proceso de producción. Así, al terminar una etapa, continuaban con la siguiente sin presupuesto, esperando que algún salvoconducto apareciese.

Creían en el proyecto y sabían que de alguna manera lo lograrían. La originalidad de la serie atrajo el entusiasmo de varias señales televisivas latinoamericanas, quienes se quisieron sumar a la coproducción, como el canal público Señal Colombia, el canal infantil PakaPaka de Argentina, Gloob de Brasil, y el canal chileno TVN. Además, contaron con el apoyo del Consejo Nacional de Televisión. De esta manera, el proceso funcionó extraordinariamente bien y lograron terminar justo el día señalado en la carta Gantt.

Tenían programado estrenar el mes de diciembre en Colombia y así se hizo. “Es increíble, pero cuando se tienen los recursos, y se pone el esfuerzo y la cabeza para hacer eso, uno puede lograr un proceso efectivo. Ha sido súper reconfortante como producción, pero creo que lo mejor ha sido el aprendizaje”, cuenta Ceppi.

Pero fue, sin duda, un gran y simbólico impulso el que recibirían de parte de Peter Lord, invitado estelar del Festival Chilemonos el año 2015, quien aprovechó de visitar los estudios de Zumbastico y se quedó un día completo observando el proceso de trabajo. “Cuando vino a visitarnos y sintió lo mismo que nosotros, supimos que lo estábamos logrando. Este tipo, que es una eminencia, nos dio como un palmotazo en la espalda y eso nos sirvió para continuar”, añade Ceppi.

Los desafíos del papel

Todo comenzó en una mesa redonda planteando ideas. Covarrubias recuerda: “Yo tiré la idea de hacer una serie de papel, pero no tenía idea de cómo ni nada. Habíamos trabajado con plasticina; yo había trabajado con látex, silicona, y había visto un comercial hecho con papel. Ya habíamos hablado sobre explorar con otro material. Ceppi prendió enseguida y empezó a pensar en cómo desarrollar la idea”. De esta manera surgieron los papertoys, personajes hechos de papel, con volumen y con un esqueleto interno de acero que les otorga movilidad.

Sin embargo, la técnica y el material a emplear atrajeron inconvenientes en los tiempos de producción. Crear una animación en stop-motion con papel implicaba una gran dificultad al momento de darle expresión a los rostros de los personajes, sobre todo durante las conversaciones entre ellos. Esto se traducía en hacer la preproducción de todas las bocas y cambiárselas constantemente. La idea práctica que se planteó para solucionarlo se transformó en una innovación artística: sincronía de labios en 2D. Covarrubias señala: “Yo era de la idea de hacerlo análogo, pero al final era imposible. Desde producción, Álvaro (Ceppi) y Gabriel (Noé) plantearon mezclarlo con 2D, y al final, resultó una súper buena opción, muy asertiva”.

Otra dificultad tuvo que ver con el guión. Si bien siempre la protagonista fue Matilde, al principio sus aventuras transcurrirían en el barrio, con los amigos, y con temáticas ecológicas. Después que Carlos Bleycher hizo los guiones, la idea fue creciendo y tomando otros rumbos. “Partió de una historia básica, hasta transformarse en algo absolutamente más complejo, con un backstory súper importante”, dice Bleycher.

Se le otorgó gran importancia a los guiones para que la serie no quedara sólo como un lujo estético: “tenía que ser súper entretenida. Los niños no están sentados frente a la tele y pensando ‘que utilización más interesante de stop-motion con 2D, voy a seguir viendo la serie’, no. Los niños quieren ver una serie súper divertida, identificarse con los personajes, reírse, tener un mensaje. Lo estético no vale nada si no hay una buena historia”, comenta Ceppi.

Bleycher recuerda el proceso de escritura: “Para mí fue como una relación, como con una novia. Lo pasé increíble y lo pasé terrible. Finalmente, fue una experiencia fantástica. Lo que pasa es que mutó tanto la serie… Yo creo que hubo, por lo menos, tres versiones de guiones en que eran series completamente distintas. Hubo un montón de cambios, de procesos y trabajos en mesa que, si mal no recuerdo, fueron como tres años en que se escribió la serie. Entonces fue súper agotador e intenso, pero fue tremendo aprendizaje y cuando veo el resultado, lo amo”.

La escuela Zumbastica

Al no tener referentes para trabajar en una serie con estas características, la sinergia del equipo fue fundamental para lograr el propósito. Cada integrante aportó desde sus propios conocimientos, con el fin de elaborar un producto nuevo: “Lo que pasó internamente fue muy bonito. Todo el equipo sabía que esto era una apuesta; todos aprendiendo y logrando cosas; y eso generó una relación como de escuela, de energía particular y rica en el equipo. Se producía una sincronía entre todos en el Estudio: de buscar y encontrar cuál era el talento de cada uno”, cuenta Ceppi.

Hugo Covarrubias fue quien estuvo a cargo de armar el equipo de gente y la metodología de trabajo. En un principio, el grupo era pequeño, pero las necesidades de producción hicieron que aumentase considerablemente, lo que significó un gran reto para él. “Al principio era difícil, porque había mucha gente opinando acerca de un tema que no todos conocíamos. Costaba un poco ponerse de acuerdo para salir adelante con esta estructura. El aprendizaje fue solo, porque nadie nos enseñaba a armar esta estructura, este organigrama de trabajo”.

Para el equipo era necesario contar con dos directores. Por un lado, uno que se encargara de los guiones, producción ejecutiva y de dirección creativa. Y, por otro lado, alguien que asumiera la dirección cinematográfica.  “Ceppi tenía mayor experiencia en el área audiovisual y yo en stop-motion, entonces ahí fuimos mezclando los conocimientos”, cuenta Cobarruvias, y respecto a la experiencia, agrega: “Es difícil trabajar en codirección, pero es súper bueno que hayamos tenido diferencias al principio, porque existe una retroalimentación creativa. Si tiras una idea y al otro no le gusta, tienes que lanzar otra mejor. No hay codirección sin diferencias”.

Bleycher coincide con la reflexión: “Fue increíble el trabajo de todo el grupo y en cada área en que se puso un cabecilla para hacerse cargo. El resultado es increíble.”

Los personajes de Puerto Papel invadirán tu cuarto

Un valor agregado que tiene la serie y que capta el interés de los niños, es la posibilidad de tener a los personajes en casa. Al final de cada capítulo, se entrega un código que permite ingresar al sitio web de “Puerto Papel” y descargar la plantilla de un papertoy. Este se imprime, se recorta, se arma y se transforma en un juguete, lo cual estimula la motricidad de los niños y los conecta con la serie, generando una comunidad. “Los niños pueden hacer su propio set y llenar una repisa con sus propios monos de ‘Puerto Papel’. Incluso una niña de Colombia nos envió un video pidiéndonos por favor el código del único personaje que le faltaba”, comenta Ceppi.

“Lo que ven los niños en la serie es un material que pueden encontrar en todas partes, en sus casas, en el colegio, etc. Entonces, tener la posibilidad de que armaran los personajes en sus casas, fue una idea que se generó casi de forma automática”, señala Bleycher.

Desde Recoleta para el mundo

Luego de aceptar y tomar este riesgo, el equipo de Zumbastico Studios logró descubrir, en el propio camino, un ciclo virtuoso de producción, una forma totalmente única y colaborativa de elaborar un producto “Made in Chile”. Trabajando desde la periferia del barrio Patronato en la comuna de Recoleta, en Santiago, lograron atraer la mirada de la industria internacional de la animación. La serie ya ha sido doblada al inglés y al portugués, y Matilde, junto a los personajes de “Puerto Papel”, han cobrado vida propia. Como confiesa Bleycher, “ahora amo a Matilde, y Carlos ya es como mi ahijado”. SM

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Afiche de «Puerto Papel»

Peter Lord (Aardman Animations), visitando el set de “Puerto Papel”

Making-of «Puerto Papel»

Diseño casa

Escenarios de “Puerto Papel”

Diseños de personajes