Una experiencia próxima a la muerte fue lo que motivó a este artista a acercarse a la animación. René Castillo es sin duda uno de los grandes exponentes del stop-motion en México, ganadores de innumerables premios tras sus dos cortometrajes. Una experiencia intensa que hoy lo mantiene alejado de esta técnica.
No hay duda de que René Castillo es uno de los principales exponentes de la animación en México. Sus dos cortometrajes en los que empleó la técnica de stop-motion se encuentran entre los más premiados, acumulando más de 50 premios internacionales.
La intensidad de su trabajo lo hace merecedor de esta recepción mundial. Tras una experiencia que lo acercó a la muerte, supo que la vida era breve, que no debía perder tiempo y hacer lo que le apasionaba. Una artista chilena le mostraría el camino que le permitiría acercarse a la animación y produjo dos cortometrajes en stop-motion: “Sin Sostén” (1998) y “Hasta los Huesos” (2001). En estas dos realizaciones encarnó las sensaciones y sentimientos que rondaron luego de su accidente automovilístico; emociones que son representadas por un hombre que está solo y que busca una explicación de la vida.
Dice que “la mejor manera de conectar con los otros es siendo honesto con lo que estás haciendo”.
René, cuéntanos ¿cómo fue la experiencia de entrar al mundo de la animación?
Yo me acerqué a la animación de una manera un poco natural a través del material; me fasciné con la plastilina. Desde niño jugaba mucho con eso.
Cuando crecí y tenía que decidir qué iba a estudiar, la animación no era una opción en México. No había escuela. Entonces entré a estudiar Administración de Empresas. Y tal vez me hubiera quedado ahí muchos años, pero… esas cosas que pasan en la vida. En el segundo semestre tuve un accidente y decidí dejar los estudios. Y en ese tiempo me di cuenta de que no quería hacer eso, que tenía que buscar algo que me apasionara de verdad, porque te das cuenta de que no puedes despertar al día siguiente.
Y me entró una necesidad de encontrar lo que realmente era mi pasión. Tardé varios años de recuperarme del accidente, fue muy fuerte. De pronto, en esas cosas de la vida, escuché en el radio que iba a haber un curso de animación con plastilina. Dije ‘hace años que no agarro plastilina, pero yo sé que puedo hacer lo que sea’. Quien fue a dar el curso a Guadalajara fue una chilena, Vivienne Barry.
Y para mí fue muy importante porque básicamente nos puso cortometrajes de animación en stop-motion de la mejor animación del mundo, sobre todo europeos y yo no había visto nada de eso. Entonces estaba viendo la pantalla y pensando ‘eso es lo que quiero hacer’. Y acabando esa función ya no tenía duda: yo tenía que volverme animador. Al día siguiente ya estaba empezando la producción de mi primer cortometraje.
¿Y qué vino después de esa decisión? ¿Cómo comenzaste a hacer este cortometraje?
Al día siguiente regresé a la universidad a estudiar Ciencias de la Comunicación, que era lo más cercano a la animación. Lo que realmente me interesaba era tener acceso a cámaras y luces, y poder explorar todo este universo. Pero me ayudó mucho estudiar porque te enseñan del mensaje, del discurso, de cómo narras una historia.
Y ha sido un viaje bien bonito. No he parado de descubrir, de aprender y de disfrutar. Creo que realmente encontré lo que me apasionaba. Me siento muy afortunado de haber descubierto esto. La animación es muy amplia, hay miles de formas de hacer cosas, y hay mil de historias que contar. Y lo importante es descubrir cuáles son tus historias, cuáles son tus obsesiones y de alguna manera tratar de ser honesto.
Una vez que descubriste el stop-motion, ¿cuáles fueron las temáticas de tus cortometrajes?
Cuando acabé la carrera tenía que demostrarme a mí mismo que sí tenía potencial para ser animador. Entonces mi primer cortometraje se llamó “Sin Sostén” y fue un corto de animación con plastilina. Realmente los recursos eran cero. Pensé que lo iba a hacer en tres meses y tardé un año y medio en terminarlo. Reunimos un equipo con mucha pasión, porque era la primera vez que hacía un cortometraje con cine, con una cámara de los años ‘40, con 35 milímetros.
Lo estrenamos en el Festival de Cine de Guadalajara, donde ganó todos los premios que te pueden dar. Pero a los dos meses estábamos en el Festival de Cannes, en la alfombra roja, compitiendo por la Palma de Oro, fue al primer festival internacional al que fui. Me dio mucho gusto estar ahí y jamás había considerado estar en festivales de cine, ni sabía que existían.
Después de eso regresé y tenía que hacer mi siguiente cortometraje que es “Hasta los Huesos”. Y de alguna manera estos dos cortometrajes tienen que ver con algo muy personal, que era esa experiencia cercana con la muerte, ese accidente fue una experiencia que me marcó y que de alguna manera tenía que aflorar, tenía que contar algo sobre eso.
“Sin Sostén” es qué pasa en el momento que te mueres, y “Hasta los Huesos” es una exploración de qué pasa cuando ya estás muerto, todo lleno de estos elementos de la cultura mexicana sobre la muerte que son muy ricos.
Con “Hasta los Huesos” tardamos tres años en terminarlo. Fue muy emocionante e intenso. La animación cuadro por cuadro, cada shot, cada reto que teníamos que lograr en términos narrativos y de animación.
Pero también estaba toda la aventura de conseguir dinero, de no parar, de mantener al equipo unido y de llegar hasta el final, porque un proyecto así no te alcanza, se te sale de las manos. Me dieron todas las becas que te pueden dar, todos los apoyos que puedes conseguir, empezamos a dar cursos de animación para conseguir dinero y para no parar. Hice los primeros comerciales.
Ahora, hay más proyectos, hay más retos…
¿Cómo ves el stop-motion en México y el desarrollo de esta rama en tu país? ¿Te consideras un pionero en ello?
Fíjate que sí, la verdad es que no me propuse hacerlo, fue algo nuevamente circunstancial. Cuando me enganché con la animación no había más animadores, no había mucha gente haciendo, había un par. Los busqué para que me enseñaran y no querían compartir mucho.
Todos estos años mucha gente se involucró con nosotros en el proceso, algunos estaban con nosotros una semana, uno o dos años y de alguna manera muchos de ellos siguen haciendo animación y son los que han hecho los cortos importantes en México, lo cual me da mucho gusto. Siento que es mérito de ellos.
También veo que las cosas han cambiado. La tecnología ha acercado a la animación a todo el mundo. Yo me sorprendo pero en el teléfono tengo herramientas para animar mucho mejores de las que tuve en todos mis años de aprendizaje. Entonces hace cinco o seis años que las escuelas comenzaron a abrir carreras de animación, lo cual no sabes el gusto que me dio, porque cuando estaba empezando no solo no había animación, la animación se veía hasta de un modo peyorativo.
Me acuerdo que a mitad de la carrera de comunicación fui a la Ciudad de México a explorar las carreras de cine, porque quería aprender de una manera más formal, pero enfocado a animación, y me decepcionó mucho porque cuando llegué veían un poco como ‘aquí hacemos cine, no hacemos caricaturas’. ¡Pero la animación también es una forma de hacer cine!
Con el tiempo fue cambiando, y las escuelas de cine me fueron ayudando, los festivales empezaron a abrir secciones de animación, es una industria en potencia muy grande. Eso me gusta mucho, en México hay mucha gente haciendo animación y me da mucho gusto que gente se acerca y me dicen que decidieron hacer animación porque vieron un trabajo que hice yo. No lo pensé, pero da gusto saber que de alguna manera ayudaste y que hay mucho que hacer todavía…
¿Qué aspectos latinoamericanos podemos encontrar en tus dos cortometrajes?
“Sin Sostén” es la historia de este personaje triste, que decide quitarse la vida, pero no es un lugar definido. Y la narrativa de esa historia es ‘tenemos a estos referentes como el ideal, como el hombre y mujer ideal’, y no somos así, en Latinoamérica nos ponen modelos que nosotros aspiramos. El personaje no está a gusto con quien es, con la situación, con su vida y de pronto decide cambiarla y lo logra. Tiene cierto drama y mucha ironía.
“Hasta los Huesos” tiene toda una carga simbólica de elementos muy mexicanos y que siento que son compartidos con Latinoamérica. Es bueno que miremos y busquemos nuestras historias, nuestro entorno. Además, creo que la mejor manera de conectar con los otros es siendo honesto con lo que estás haciendo.
Hay muchos modelos que se repiten una y otra vez, que son cliché, que son lugares comunes, que hay que tratar de evitar, que hay que tratar de darle la vuelta y que lo llenemos de esos sabores también va a ser más interesante para un público global.
¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
Después de esos cortometrajes, que fueron muy intensos, me di cuenta de que no podía volver a hacer cortometrajes así, necesitas mucho dinero y de alguna manera no hay mercado para ellos y que es lo más triste, no puedo planear mi vida haciendo cortos porque no puedo vivir de becas. Amo el stop-motion, amo el material, amo la plastilina, yo pensé que iba a morir con plastilina en las uñas.
Estoy haciendo la película en 3D. Mi búsqueda está en tratar de seguir haciendo animación, que es mi pasión y tratar de entender industria. Si cuentas una bonita historia y conectas con la gente puedes alcanzar distribución y lograr llegar a muchos países.
Hacer un largometraje no está fácil. Me he dado cuenta de que es muy complicado lograr que una historia se sostenga, que te mantenga involucrado, enganchado, emocionado todo el tiempo y que al final te impacte más.
Estamos produciendo mi primer largometraje en animación. Hay una aventura que ves en la pantalla, pero tal vez hay una aventura más grande atrás, mucha gente involucrada, consiguiendo dinero, aprendiendo, tratando de lograr esa magia.
Si alguien se sienta a ver mi película tengo que darle una experiencia cinematográfica grande. Para mí es importante que todo esté al máximo nivel posible, que cuando acabe la película la gente diga ‘wow, qué bueno que vi esto’. Para mí esa es la meta y tienes que lograrlo con música, con historia, con diseño, con arte. Todo se involucra y todo pesa para lograr ese objetivo.
La animación se la debo a Vivianne, una chilena, me da un gusto enorme. La vida se va rápido, espero hacer cinco películas antes que muera. ¿No?. SM