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Son 20 mil cuadros en acuarela y mil ilustraciones de fondos, que no están almacenados en un disco duro, sino que están físicamente en hojas de croquis. Este intenso trabajo significó dos años para Claudio Díaz y su equipo, quien, por medio de su reconocido concepto de cine de autor, retrata la historia de una mujer, que a través de sus expresiones y sensaciones, nos lleva a un viaje surrealista por el Mercado de Valparaíso.

Un día Claudio Díaz (39) despertó luego de un largo sueño. Allí recibió una inspiración que a veces llega como iluminador. Pidió apresuradamente un lápiz y papel a su pareja –que en ese momento dormía profundamente-, para dibujar la creación que tenía como imagen fresca en su cabeza. “Yo pienso todo el día en animación, en el desarrollo de relato y cuando uno está en ese tipo de rescate te queda en el subconsciente”, señala este artista chileno quien encontró en Valparaíso, la ciudad que lo acogió en su vida universitaria, la inspiración definitiva para crear una historia de un cortometraje.

Por mucho tiempo pensó en una forma de retratar a este puerto y reflejar la identidad, exponer los atractivos principales y las dinámicas. “Soy una persona que tiene muchos déjà vu, se queda el relato en mi mente, y tengo que dibujar y dejarlo plasmado”, agrega Díaz.

El Mercado Cardonal de Valparaíso es sin duda una pieza clave de este cortometraje. Por mucho tiempo llamó la atención de Claudio, quien fue encontrándole elementos propios que lo hacía característico. Es interpretado como una verdadera caja de pandora. “No sabes con lo que te encontrarás ahí, cualquier cosa puede pasar, incluso a quienes van regularmente al lugar”, puntualiza este autor.

“Valparaíso, ciudad puerto, embriagada de bohemia. Visitada recurrentemente por catástrofes, para luego levantarse y redimirse. Insertada en este particular panorama está el Mercado Cardonal, caja de pandora lúdica, sicodélica, alucinógena, mutación orgánica que impregna a sus personajes de dimensiones inéditas, todos ellos dotados de expresiones únicas y particulares, que permite a los ojos del creador lúdico, convertir toda esa visión en insólitos personajes. En este maravilloso mecano todo es posible, un leve parpadeo nos transporta a dimensiones zoomórficas que transitan entre la realidad y un sueño alucinógeno”. (Claudio Díaz)

Un constante proceso de creación

“Un animador debe tener una observación súper potente”, es una de las primicias de este autor. Mantiene constantes niveles de procesos creativos y uno de ellos es la “segregación” de la información que se utilizará en la producción. Luego realiza un guion bien estructurado, que genere un buen ritmo y dinámica.

Visión artística

La apuesta visual de “Valparaizoo” se podría decir que rememora la base artística de Díaz. La observación se transforma en el punto de partida para comenzar la creación. Se instala a ver a las personas que circulan por el mercado de Valparaíso. Graba en su mente los movimientos, las conversaciones, gestos y acciones que caracterizan a este espacio y sus dinámicas diarias.

Después se instala a dibujar las expresiones de quienes serán sus personajes. Uno de los aspectos fundamentales será luego la pintura y los colores utilizados para el desarrollo de los protagonistas.

Finalmente, comienza a descubrirse a la señora Lupita, que aparece dibujada en acuarela. Así desarrolla el resto de los elementos que deben ir incorporados, para que luego adquieran movimiento. La acumulación de este trabajo tiene como resultado diversos fotogramas como una obra única. “La animación documental la describiría como una forma de contar una historia desde un punto de vista del arte. Entonces es así como yo manejo la herramienta del proceso artístico relacionado con la animación”, destaca.

Amante del dibujo en 2D, prefiere esta técnica porque puede conjugarla con el trabajo manual. De esta forma, los 20 minutos de animación dejaron un saldo de más de 20 mil fotogramas independientes que se encuentran pintados en acuarela, y de forma concreta, en el estudio de Díaz, más otros mil fondos ilustrados.

Visión de Puerto

¿Cómo se produce la conexión entre dos protagonistas tan comunes de Valparaíso como lo es el mercado y los propios cerros del puerto? Todo podría gestarse, entregándole a una mujer común y corriente una experiencia surreal, que escapara de los parámetros de lo cotidiano.

Lupita emerge como las ansias de desarrollar un personaje que, bajo esta premisa de Claudio Díaz, se viera recurrentemente circulando el puerto.

Su gato será la conexión y la razón por la cual ella abandona su hogar. Esta protagonista termina realizando un viaje hacia su propio subconsciente, a partir de su casa que se encuentra en uno de los cerros de Valparaíso, reflejando sus pensamientos y prejuicios con cada una de las personas con las que se cruza, bajo el contexto y provocaciones que suscita esta real caja de pandora.

Hombres con aspecto de animales

La acuarela, los pliegues marcados y los meneos exagerados de sus protagonistas mantienen al espectador pendiente de la pantalla, resultando llamativa la técnica de rotoscopía utilizada para realizar los movimientos.

Por medio de la mente de Lupita, cada integrante de la obra adquiere aspectos zoomórficos; “Traté que cada personaje mantuviera una cierta línea con los animales que representaban, con sus personalidades”, sostiene Díaz y agrega: “todo en relación al proceso creativo fue surrealista, los actores debían ponerse máscaras, sacárselas y simular animales. Ellos no entendían nada sino hasta que vieron el corto”, señala Claudio Díaz. SM