Antes de estar finalizado, el cortometraje dirigido por Hugo Covarrubias ya brillaba en la selección oficial de Annecy. Hoy a semanas de su estreno, analizamos cómo fue la producción del filme en plena pandemia y los próximos desafíos del artista.
El stop motion se define como el arte de dar vida a objetos inanimados a través de fotografías. Hay artistas que llegan mucho más allá y logran aportar una profunda dimensión a los personajes, un mundo interno de reflexiones, sueños y pesadillas. Este es el caso del director chileno Hugo Covarrubias, que a lo largo de su trayectoria se ha destacado por abordar el mundo psicológico de los protagonistas de sus proyectos.
De formación diseñador gráfico y director audiovisual, Hugo se ha especializado en la animación stop motion. Es director fundador de la compañía teatral Maleza (2004), pioneros en mezclar teatro con cine de animación en las obras “Maleza” (2006) y “Un Poco Invisible” (2013). Con Zumbástico Studios dirigió la animación de las series “El Ogro y el Pollo” (2009), “Horacio y los Plasticines” (2013) y es co-creador y director de la premiada serie “Puerto Papel” (2015).
Hoy, el director de los cortometrajes “El Almohadón de Plumas” (2007) y “La Noche Boca Arriba” (2012), se prepara para el estreno en Francia del cortometraje stop motion “Bestia”. Basado en hechos reales, el filme es una visita a la vida secreta de una mujer que trabaja en la Dirección de Inteligencia Nacional en Chile en 1975, adiestrando perros y personas para que cometan los más horrendos crímenes en plena dictadura militar.
¿Cómo surge la idea de hacer un cortometraje sobre uno de los personajes más oscuros de la dictadura chilena, Ingrid Olderöck?
Hace un tiempo tenía la idea de realizar algo con la historia de Chile, con personajes que no fueran parte de la historia oficial. Resultó que, más o menos al mismo tiempo, Martín Erazo, director de la Patogallina, me llamó a una reunión porque tenía una idea muy similar y me propuso realizar una serie basada en la vida de personajes ocultos de la historia de Chile junto a Tevo Díaz. La desarrollamos y luego derivó en el corto.
No podía dormir pensando en el vuelco que le daríamos y lo complejo que es tratar este tipo de temas. Hasta que encontré la premisa: “dentro de cada bestia vive una víctima”.
Decidimos con Martín visitar los mundos internos y la psicología del personaje. En el fondo no es una biografía de Ingrid Olderöck, sino que una visita a su vida secreta, a la relación con su perro, sus miedos y frustraciones, que finalmente son la radiografía de un país que está fracturado, un país que está lleno de heridas que no están todavía ni cerca de sanarse. Más que nada, ocupamos su caso como un dispositivo para hablar de la maldad, obviamente sin empatizar con la persona, pero tratar de entender qué tipo de frustraciones puede tener una persona tan mala y si esta maldad es heredada.
¿Desde dónde se situaron para llegar a la estética y producción del puppet?
El cortometraje fue trabajado con una estética de casita de muñecas. Es un personaje con un rostro que asemeja ser de cerámica o porcelana, que tiene directa relación con este imaginario alemán de antiguas muñecas alemanas o de Europa del Este. En ese sentido, decidimos trabajar entre lo macabro y lo naif (inocente) de estas muñecas que tenían cuerpo de trapo y cara de cerámica, hecha con resina de poliuretano expansivo por dentro para dar volumen sin peso, porque son unas cabezas huecas, y cubierta con resina cristal para el brillo. Esta fue una búsqueda estética un poco extensa que realizamos con Constanza Wette, la que veníamos pensando desde el desarrollo de la idea.
También, hacemos alusión a este perfil de personaje sin mucha expresión facial, lo que le entrega un factor de mucha potencia al personaje. En el fondo es una exacerbación, ella no se inmuta con los crímenes que comete, no muestra arrepentimiento, no muestra nada. En ese sentido, el set de seis caras con distintas expresiones que creamos con el diseñador de personajes Pablo Castillo (director de arte de Puerto Papel) se pueden notar de forma muy sutil en el corto. La construcción de las caras estuvo a cargo de Andrés Cepeda y Plastiman (Enrique Tapia). Todo esto también necesitaba un trabajo especial en animación, con un acting más cercano al realismo para representar esta frialdad, cosa que creo que se logró. El corto lo animé casi a medias con Matías Delgado, quien también realizó el storyboard y animatic, factor importante para definir el movimiento.
¿Cómo fue el tema de la grabación y producción en pandemia?
El corto dura 14 minutos, es el más largo que yo he hecho. Decidí hacerlo un poquito más pausado y que las cosas terminaran cuando hubiera que terminarlas. Partimos el 2018 con la preproducción y parte de la animación. En 2019 vino el estallido social y ahí se pararon un poco las cosas. Después de eso vino la pandemia. Me aproveché un poquito de ese tiempo muerto para tomarme las cosas con más calma aún. Creo que la pandemia me dio la oportunidad de darle una segunda vuelta a algunos planos y de hacer algunos que habíamos desechado.
A pesar de haber obtenido los fondos de desarrollo, producción y post producción de cortometraje, el rodaje del filme se terminó prácticamente sin financiamiento ya que todo se extendió producto de la crisis social y el covid. Entonces, durante pandemia animé con la ayuda de Constanza Wette, que me ayudó a ambientar y solucionar problemas propios de la técnica.
Seleccionado en Annecy antes de terminar
Actualmente, el cortometraje “Bestia” está en proceso de post producción. Postuló a la competencia de cortometrajes animados del Festival de Annecy como work in progress, sin post producción de imagen ni de sonido, con los soportes de animación, con cromas verdes, sin completado digital ni análogo, solo con las músicas de referencia. Hoy, forma parte de la selección oficial del destacado festival, el único corto chileno en la categoría y uno de los dos chilenos en el festival. El 15 de mayo deben enviar el cortometraje finalizado y tienen fechado su estreno para junio, durante la competencia.
¿Qué sientes al formar parte de la selección oficial de Annecy?
Cuando uno está trabajando mucho, aparte del cortometraje, pegado todo el día al computador desde la casa con un poquito de ansiedad, las buenas noticias son el triple de bienvenidas. Siento que le agrega un mérito extra ser seleccionado de esa manera. Significa que el corto funciona sin necesidad de estar finalizado en un 100%.
Además, estrenar en Francia, aunque no sea presencial, en el festival más importante de animación siempre es súper bueno y de alguna forma fue un mini indicio de que estábamos haciendo las cosas bien. Aunque no sabemos lo que pueda pasar, trato de pensar como “suficiente con haber quedado” en Annecy.
También quiero destacar que aún no quería mandar el cortometraje a Annecy. Quería enviarlo terminado el próximo año, pero Cecilia Toro, Productora de arte y diseñadora de vestuario del corto, y Cristóbal León, me alentaron a mandarlo antes. Ahora estamos terminando junto a Ángela Acuña la música original; la post de imagen la está haciendo Diluvio Cine, Cristóbal León y Niles Atallah; y la post de sonido la está haciendo Sonamos, Roberto Espinoza.
El stop motion está presente en todos tus trabajos ¿Qué significa para ti?
Es un punto de encuentro casi perfecto de las cosas que a mí me gustan. Me gusta mucho el cine, las cámaras y los focos. Me gusta la plástica, la pintura y la escultura. La animación te entrega esas herramientas, pero el stop motion en particular es una mezcla entre cine y plástica.
A pesar de no haber estudiado animación porque no había escuelas, tuve la oportunidad de tener cámaras desde muy chico. Mi papá tenía una cámara de video que usaba para hacer mini animaciones de stop motion con objetos, juguetes, todo. Aprendí de forma completamente autodidacta gracias a la obra que hicimos con Muriel Miranda, “Maleza”, que mezclaba teatro con animación. Ahí partí, de forma un poquito más profesional. En Bestia siento que vuelvo un poco al inicio, a la forma en cómo creamos Maleza.
¿Cuáles son tus futuros proyectos?
Hace un par de años tengo ganas de hacer un largometraje. Todavía estoy tratando de darle un poco de forma porque es semi autobiográfico, ficcionado y en stop motion con tono documental, desde lo que yo vi cuando chico en mi familia, una familia de clase media en dictadura, y todo visto desde el prisma de un niño. Sería una película para un público familiar, pero con un trasfondo socio político como hilo conductor.
Y el otro proyecto, que está un poco en carpeta, es el que tenemos pendiente con Martín y Tevo, es una serie de cortometrajes para conformar una miniserie sobre personajes particulares y no tan conocidos de la historia cultural, política y social de Chile. Esto tendría un enfoque siguiendo un poco más la línea de “Bestia”. SM