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Tonos fríos verdosos retratan un medio ambiente melancólico, donde la muerte de los animales y los bosques es algo natural, que ocurre todo el tiempo, dando cuenta de los procesos y ciclos de la vida de manera poética. Se trata de “Immersed”, un cortometraje sin voces dirigido por la animadora y artista visual Soledad Águila, quien explica cómo fue su producción. 

Este trabajo estará en exhibición a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo titulado “Naturaleza”, que estará disponible para el público durante todo el mes de junio.

De un fondo blanco nacen las montañas verdes que simulan el sur del mundo, con estilo de acuarela y una música un tanto desoladora. Una bandada de pájaros se pasea por el cielo y la tierra respira porque está viva. Es el inicio de “Immersed”: un cortometraje que invita a conectarnos con el mundo y sus procesos. 

Soledad Aguila estudió Artes Visuales en la Pontificia Universidad Católica de Chile, mientras a la par incursionó también en la música. Cuando se graduó, estudió un diplomado de cine en la Universidad de Chile. Su camino es diverso y combina varias disciplinas, cuestión que la llevó a estudiar un Master en el Royal College of Art en Londres, con especialidad en animación. Ahí se le abrió un mundo de posibilidades que decidió explorar. 

La artista señala que “lo bonito de la animación es que siempre reúne gente que se interesa por ella y viene de lados muy distintos, muy diversos, desde diseñadores, gente que estudia teatro, gente estudia psicología”, reflejando la multiplicidad de disciplinas que se combinan en el mundo animado. El proyecto de su Master fue precisamente este cortometraje.

Desde pequeña se interesó por la animación, se la pasaba dibujando, pero recuerda que siempre le costó retratar humanos, su conexión más fuerte era con los animales y el medio ambiente, cuestión que años más tarde se reflejó en su trabajo audiovisual. Comenta de hecho que uno de sus grandes referentes es justamente la naturaleza, pero también la animación rusa y polaca. 

“Immersed” es un trabajo de dibujos de línea abierta que combina diversas técnicas manuales y digitales, como la acuarela y el estudio de texturas. Éstas últimas las encontró a medida que las buscaba, en los lugares que visitaba de la ciudad de Londres, ahí fue probando y luego las digitalizaba. 

Sobre lo anterior la animadora explica que fue emocionante y que “técnicamente lo que yo hacía era generar grandes paneles de textura, pintando manualmente. Hice hartas recolecciones de gofrado que son un tipo de grabado; también hay otra técnica, que es muy chistosa, porque se hace cuando estás en prekinder, donde uno raspa una superficie de textura sobre papel. Entonces me dediqué a hacer eso por las calles, de manera que tenía un turro de texturas y esas las escaneaba”.

La animación fue hecha en 2D. El proceso digital del cortometraje incluyó la utilización de los programas Photoshop y After Effects, en este primero se animó cuadro a cuadro, de manera meticulosa. Toda la historia transcurre de día, para ello la luz fue muy relevante y en general tuvo muy pocas sombras.

Los dibujos son de línea abierta y en muchos casos juega con las transparencias, dando mucha importancia y protagonismo a los fondos y paisajes de las escenas. Soledad define la paleta de colores como pálida, con contrastes y con una predominancia de colores fríos, “quería que fuera muy frío. Como esta sensación de casi como la Antártida o el sur del mundo, como algo muy alejado que de alguna manera me transportaba, como esta sensación de que estaba desolado”, explica la realizadora. 

Una bandada de pájaros irrumpe en el paisaje que simula el sur del mundo en tonos verdes, es ahí cuando aparecen por primera vez dibujos en color rojo. Los pájaros están sobre un árbol con esta tonalidad. Luego es posible ver unos ciervos y otros árboles caídos o cortados, demostrando desolación en el mundo, mientras una música melancólica va advirtiendo esta sensación. La animadora explica que este trabajo trata sobre la memoria personal de ella, que quiso recordar con ello el sur de Chile que siempre visitaba cuando era pequeña, pero también el sur de Argentina, haciendo referencia a los bosques rojos de Tierra del Fuego. Esta fue su manera de conectarse con estos territorios a la distancia, mientras se encontraba en la vorágine que es la ciudad de Londres. 

La música del cortometraje estuvo a cargo del sonidista Will Ward y del músico Samuel Pegg, quienes no se conocieron hasta el final de la producción, porque la directora lo prefirió así, como un pie forzado. La idea fue que existiera un tono melancólico y que existiera una atmósfera silenciosa que diera paso a esta sensación. En palabras de Soledad “yo creo que mi trabajo es bien silencioso en ese sentido, inmerso, y hay un trabajo también un poco melancólico. Cuando era niña siempre viajé al sur de Chile. Entonces hay como un recuerdo un poco de estas imágenes”.

Es importante precisar que la animadora hizo todo un viaje sonoro de recolectar y grabar, para encontrar las cosas precisas que necesitaba. Recuerda que el trabajo musical se inició antes que la animación. En total se demoró alrededor de 6 meses, los primeros 3 dedicados a la investigación y los siguientes a la parte animada. Por otro lado, comenta que para ella fue muy importante la improvisación mientras estaba trabajando, “Entonces mi idea de todo este proceso eraba poder impulsar en la animación un poco de improvisación, que en realidad es un poco lo que me motiva de la animación en general”, señala, agregando que obviamente existían límites y una estructura definida. 

Respecto al financiamiento, Soledad explica que ella hizo el máster con una beca, entonces esto le permitió correr con los gastos y dedicarse completamente a este proyecto, ya que, por otro lado, consiguió recursos de la universidad en la que estaba en Londres.  Rememora que todos los días se levantaba e inmediatamente animaba o dirigía.

Cuando avanza la historia, los animales comienzan a morir y abrirse, a su alrededor todo muere también, como en el otoño. La directora precisa que uno de los objetivos del cortometraje era “hacer entender que los ciclos de la naturaleza o los ciclos en general como de la muerte y de la vida tienen una cierta melancolía y es algo muy natural, muy orgánico y no tiene nada de morboso”, dando cuenta de la esencia de este trabajo audiovisual. 

De esta manera, resulta interesante visionar este cortometraje que reflexiona sobre la vida y la muerte como algo natural, que ocurre constantemente, abriendo paso a nuevos ciclos y cerrando otros. Esta realidad que puede ser muy desoladora, tiene también aspectos bellos y de mucha contemplación. 

La naturaleza no perdona a nadie, es desgarradora, pero hermosa. Esta representación ofrece precisamente esa mirada dual. 

Para finalizar, Soledad comenta que se encuentra trabajando en un estudio de instalaciones lumínicas y que en la actualidad sus intereses se relacionan a generar precisamente animaciones que puedan ser montadas en espacios como galerías y exposiciones, vale decir, está más relacionada a las artes visuales, como es su formación inicial, pero sin dejar de la lado la animación, que es algo que la apasiona. SM