Una persona está apretando las tuercas que tiene puestas a cada lado de su cara. Vive en un mundo distópico de humanos-máquinas que intentan parecerse a un cuadrado, tomando todo lo que la publicidad les vende, como un camino hacia una perfección impuesta. Al principio la gente no hace mayores cuestionamientos a este ideal, pero con el avance del desarrollo de la trama, esto cambiará. Es el reflejo de una sociedad que exige cumplir con un modelo. De fondo se escuchan sonidos humanos y maquinales, representando esta dualidad.
Este largometraje llamado “La otra forma”, que tiene un fuerte mensaje social, es una coproducción colombo-brasileña de Hierro Animación y Giz Studio. La idea original se viene gestando desde el año 2008, pero desde 2017 inició su ejecución. El trabajo se terminó en medio de la pandemia del covid-19. Tuvo su estreno mundial en el Festival de Annecy en Francia y es parte de la competencia de Largometrajes de Latinoamérica y España, de la 11va versión del Festival Internacional Chilemonos.
Esta producción se reivindica desde lo latinoamericano y su director es Diego Guzmán, artista plástico, especializado en animación y graduado de la Universidad Nacional de Colombia. Ha participado en proyectos como “Cuentos Viejos”, serie animada que llegó a su cuarta temporada. Ha trabajado en distintos aspectos de la animación como diseño de personajes, storyboard y producción. Es fan de Satoshi Kon y su camino tiene mucho de autodidacta.
¿Cuáles fueron tus motivaciones para crear “La otra forma”?
La primera era la motivación artística de decir, ¿qué está pasando con los largometrajes? O sea, porque todos tenemos historias que contar, pero en general nos quedamos en el corto y puede ser una forma perfecta para iniciar, pero a veces la vida del corto llega hasta cierto punto y por otro lado faltaban largometrajes en el país.
Lo otro realmente fue un proceso que fue evolucionando, porque yo siempre digo que la idea del mundo cuadrado no es una idea original, no es que haya descubierto la cuestión, sino que es una idea que poco a poco se va desarrollando y va encontrando su propio estilo. Yo siempre digo que esto de la cuadratización, que es lo que plantea la película, es real, como que literal nos estamos volviendo todos cuadrados y todo lo que está alrededor nuestro, es cuadrado.
¿Cuál es el objetivo de esta historia?
Hay una cuestión que nos ha pasado mucho y es que a la gente le sorprende que este mundo y todo esto haya salido de un país latinoamericano. Pero a nosotros nos parece muy relevante para la región, porque la película, por ejemplo, trata un poco de las personas que tienen la fe ciega. O sea, quienes encuentran cualquier moda, religión o política y la siguen sin fin, sin pensar, sin reflexionar. Y eso, pues poco a poco les va haciendo perder la identidad de quiénes son ellos. Yo siempre pongo el ejemplo de los celulares, que son como pequeños cuadraditos que ahora todos tenemos en los bolsillos y nunca hubo una especie de orden mundial que nos estableciera, nos obligara a tener celulares en nuestras vidas. Pero aun así todos los tenemos.
A eso va la película, a reflexionar, que igual tú puedes vivir en un entorno, te pueden poner muchas cosas, pero al mismo tiempo, pues tú también tienes tu propia capacidad de pensar.
¿Qué nos puedes comentar respecto a las máquinas y objetos que las personas tienen en sus cuerpos?
Yo veo a las máquinas, justamente como esa metáfora, el hecho de tú vivir, ponerte una prensa y vivir presionado, es como esa presión social que siempre tienes que cargar. Y también hay algo muy importante y es que estos personajes son ellos mismos los que se aprietan sus propias máquinas, es decir, como que sí, claro, están inundados de publicidad, de mensajes políticos y toda la cuestión. Pero al final de todo, ellos son los que se aprietan a sí mismos.
También hay otra cuestión que era que queríamos marcar mucho, esta dicotomía o este contraste entre lo humano y lo maquinal. Porque los personajes están intentando volverse robots, por decirlo así, están intentando volverse máquinas que no dudan. Queríamos que se sintiera ese contraste entre la piel y lo metálico, tanto el sonido y la música también, o sea suenan muy viscerales y al mismo tiempo también suenan las máquinas.
¿Cuáles fueron los softwares utilizados para hacer la película?
Siempre quisimos que fuera dibujo animado tradicional, pero obviamente hacer todo con papel, era muy complicado para nosotros, y no nos pareció necesario, pues se puede hacer perfectamente digital. Entonces estuvimos probando varios programas y de repente llegamos a Toon Boom que era el más adecuado, para expandir al grupo de trabajo. Todo fue un poquito como ir descubriendo prueba y error. Luego ya en el proceso de postproducción pues utilizamos After Effects para jugar con la iluminación y finalmente el montaje lo hicimos en Premiere también, y de ahí ya sacamos la película.
¿Cómo fue la producción del largometraje? ¿Existieron complicaciones por la pandemia?
Fue un poco osado, porque empezamos la película sin tener la totalidad de los recursos para hacerla. Cuando ya teníamos la plata para arrancar nos costó conseguir a la gente necesaria, porque lo que estábamos pidiendo era muy específico, era dibujantes y animadores con conocimientos muy profundos de anatomía y de dibujo tradicional. Fue muy difícil armar el equipo. Mucha de la producción que se hizo los primeros seis meses o casi que el primer año, fue solamente aprendizaje.
Yo creo que en total unas 80 personas pudieron haber pasado por la película, pero pues unas iban y venían. Entonces en la oficina, por ejemplo, éramos por ahí unas 25 personas así fijas y estábamos ya bien y llegó la pandemia, entonces lo primero fue mandar a todo el mundo para la casa, empezar a hacer estos sistemas de revisión virtuales y de reuniones en línea, no te voy a negar, yo creo que eso también ayudó a que avanzara un poco más rápido. Pero al mismo tiempo, se perdió esa espontaneidad o eso que sale, por ejemplo de estar reunidos con el equipo y que de repente puedan surgir algunas ideas.
¿Cómo se desarrolló el estilo de arte y fotografía?
Queríamos encontrar una manera de hacerlo a la colombiana, porque donde empezáramos a intentar hacer una película estilo Miyazaki, pues nos íbamos a quedar ahí intentándolo, no solamente por la parte de talento, sino también por la parte económica.
Entonces, empezamos a adaptar lo que nosotros queríamos, como tener mucha expresividad en la cara de los personajes, pero también al mismo tiempo, queríamos que solamente tuvieran camiseta y pantalón, no tienen bolsillos, correas u otros detalles que sabíamos que nos iban a demorar más en el proceso de producción. Fuimos haciendo estrategias de complejizar algunas partes, pero también otras las hicimos mucho más sencillas. Y así más o menos fue saliendo el estilo de los personajes y también de la ciudad. Ésta la modelamos toda en 3D, pues la idea era que fueran cuadrados y sobre eso sí se le hizo un tratamiento encima.
Respecto a la música y banda sonora, además de la decisión de que no tuviera diálogos, ¿qué nos puedes contar?
No es que yo me lo haya propuesto, hacer una película sin diálogos, sino que, en algún momento los personajes iban a tener incluso un lenguaje cuadrático muy escueto, como pocas palabras, pero, al final lo de los diálogos nos terminó sobrando, nos parecía mucho más interesante sin ellos. Queríamos hacer énfasis en la animación, en los movimientos y los gestos de los personajes y contar la historia a partir de eso.
Llegó gente que se comprometió muchísimo en el largometraje. O sea, el músico de hecho también se metió de productor de la película. Más o menos un 75% de la película tiene música, que es bastante alto. Entonces empezamos a complementar también las partes narrativas. No es simplemente hacer música bonita o de fondo o algo así, sino que él también se metió en la historia. Hay momentos en los que brilla la animación, hay momentos en los que brilla la música solita como tal. Pero todo es original y compuesto para la película. Y sí, fue un trabajo también arduo y muy largo. Pero creo que la música hay partes donde en serio te llega. O sea, que cumple muy bien su objetivo.
Para ir cerrando, ¿qué significa para ustedes estar en la competencia del Festival Chilemonos? ¿Cómo lo reciben?
Estamos muy contentos porque bueno, sabemos que Chilemonos en América Latina es de lo más importante que hay. Entonces hay una sensación de respeto y admiración que les tenemos, porque les hemos venido siguiendo desde hace mucho tiempo, pero también al mismo tiempo hay familiaridad. Me parece súper chévere, pertenecer al festival. SM