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Valentina aprenderá, gracias al apoyo y enseñanza de su querida abuela, que nada debe detener su sueño de ser trapecista, pues si mantiene la ilusión, las ganas de aprender y la perseverancia necesaria para enfrentar cualquier dificultad, podrá conseguir lo que se proponga.

La película española que nos muestra las vivencias de una pequeña que vive con síndrome de Down, “Valentina”, estrenada en diciembre del año 2021 y galardonada en los Premios Goya como mejor película de animación, será parte de la competencia de largometrajes de Latinoamérica y España, de la 11va versión del Festival Internacional de Animación Chilemonos.

Chelo Loureiro, directora y guionista de la película, tiene una gran trayectoria en producción de obras animadas. Sus primeros trabajos en esta área comenzaron en el año 2000 de una forma casi accidental, aunque siempre su camino estuvo ligado a la industria cultural.  Ha participado en diversos proyectos, tales como “Unicorn Wars”, “Carne”, “La tropa de trapo en la selva del arcoíris”, entre muchos más, pero siempre deseó realizar una producción que abordara la temática de la discapacidad, un sueño que logró concretar gracias a “Valentina”.

¿Cómo nació la historia de “Valentina”?

Yo quería contar una historia acerca de la inclusión, sobre todo dirigida a la infancia. Esto está muy presente en mi vida, porque tengo una hermana con discapacidad, entonces esta situación siempre estuvo normalizada dentro de mi núcleo familiar; pero cuando salí por primera vez con ella a la calle, empecé a ser consciente de que para los demás era una persona diferente y que no la trataban igual que a mí.

Por otro lado, el síndrome de Down lo conocía bastante bien gracias al trabajo con algunas asociaciones, y yo quería que la protagonista tuviese una discapacidad que fuera reconocida; porque yo parto de la base de que todos tenemos alguna discapacidad, solo que muchas no son visibles o las sabemos disimular muy bien. Sin embargo, cuando tienes una afectación que es obvia, que es visible a los ojos de los demás, el trato de todos cambia. Decidí que la protagonista tuviese este síndrome porque, aparte de ser algo visible, también son personas muy inteligentes, conscientes de su diversidad funcional pero súper empáticas y que buscan ser tratadas igual que los demás, no se les puede infantilizar.  Saben lo que les gusta y quieren tomar sus propias decisiones, aunque muchas veces no se les dé esa oportunidad. 

¿De qué manera se vivió la inclusión dentro del equipo que realizó el cortometraje?

Tenía claro que la voz de la protagonista debería ser interpretada por una niña con síndrome de Down. Sería un fraude que en el argumento esté presente la defensa de la inclusión y decidir que una actriz doblase su voz. Las personas con este síndrome tienen dificultades con la dicción y no fue fácil encontrar niñas que pudiesen realizar este trabajo, pero, tras un largo casting, encontramos a Pepa Lockhard y Lucy Serén, las dos niñas con síndrome de Down que hicieron la versión original en gallego y castellano, y con la ayuda de logopedas y de una dirección de interpretación, consiguieron hacer un magnífico trabajo.

Pero esta decisión fue muy cuestionada por miembros del equipo, quienes creían que no podíamos utilizar sus voces con el argumento de que las voces, en el cine, deben entenderse muy bien, algo que es cierto pero, por encima de esto, el cine debe transmitir verdad, y en “Valentina” fueron ellas las que, desde mi punto de vista, dieron verdad a la película.

Tampoco he utilizado actrices para dar voces a personajes infantiles, al contrario, busco niños, quienes efectivamente no son profesionales, pero tienen más verdad. En general, los niños no hablan bien y yo nunca elimino esas equivocaciones, las dejo ahí, porque ellos hablan así.  Lo mismo sucede con Pepa y Lucy, hay palabras que repiten porque no son capaces de pronunciarlas bien, y esto ha ayudado a dar credibilidad a la protagonista.

¿Qué puedes contarnos acerca del desarrollo y los aspectos técnicos que componen el largometraje?

Yo no me dedico al diseño y aunque puedo hacer cosas, considero que hay gente que lo hace muchísimo mejor que yo. En ese sentido, tenía claro que quería buscar a un profesional con personalidad, por eso elegí a David Pintor, un ilustrador que hace todos los días la viñeta gráfica de un periódico acá en Galicia. Él tiene un estilo propio que a mí me encanta y, además, yo quería hacer “Valentina” en 2D, por lo que empecé trabajando con él todos los diseños. Así, hicimos muchísimas Valentinas hasta que por fin salió la Valentina que buscábamos y que nos encantó. 

El problema fue que David tiene un trazo muy característico, lo que nos obligaba a buscar un equipo de animadores que pudiese imitarlo, lo cual era muy difícil y costoso. Entonces, desde el estudio de animación propusieron hacerla en 3D. La verdad es que a mí me costó muchísimo tomar esa decisión, porque me encanta el 2D y yo quería hacerla con esa técnica, pero hicimos unas pruebas en las que trabajé con Alberto Taracido, quien es un gran dibujante y animador, y que consiguió adaptar esos personajes en 2D a 3D, respetando escrupulosamente los diseños de David Pintor, como los cuadros de expresiones de Valentina sobre el volumen. Ahí me gustó y dije “adelante, vamos a hacerlo”. Y la verdad es que quedé super satisfecha con ese trabajo y el look final de la película en 3D.

En cuanto a los softwares, animamos con Autodesk Maya, también utilizamos Shotgun para llevar el control de la producción y que así todos tuvieran acceso a las últimas revisiones de los planos. 

¿Cómo afectó la pandemia a la producción de “Valentina?

Fue un problema muy grave y que nos perjudicó muchísimo. Ya llevábamos un año de preproducción, en donde grabamos todas las canciones de la película y las voces, dado que yo siempre animo sobre las voces definitivas, no sobre referencias. Y cuando por fin teníamos todo para empezar a animar y a todo el equipo reunido, llegó la pandemia. 

Todo el mundo sabe que se puede teletrabajar en animación; sin embargo, creo que cuando estás haciendo un proyecto es mucho mejor estar en un estudio con todo el equipo, así cuando explicas una cosa lo escucha todo el mundo o si hay que tomar alguna decisión, todos pueden intervenir. Todo eso es más difícil si cada uno está en su casa, pero con la pandemia no nos quedó otra opción. 

Pasando a otro punto, ¿cómo fue el proceso de composición de la música para el largometraje?

Una de las cosas que tenía claro era que quería hacer un musical. A los niños y niñas les encanta la música y, sobre todo, cantar. A pesar de que recuerdo que, en un foro, alguien dijo que si querías que un producto se vendiera bien a nivel internacional, no podías incluir canciones debido a que estas requieren ser dobladas en las lenguas de cada país, lo que encarece de forma importante la obra. Y eso a mí me parece tremendo, el que estemos condicionando el ocio de nuestros niños por una cuestión económica. Entonces yo dije “tengo claro que quiero hacer un musical, quiero hacer canciones, y tal vez no se venderá tan bien, pero la peli es mía”.

Dentro de la película, hay una canción de Miliki, a quien le quise hacer un homenaje pues para mí es una persona con un talento increíble, y hay otra de su hijo Emilio Aragón. Las demás canciones, las realicé en un trabajo en conjunto con Nani García, compositor de la banda sonora que ha hecho un enorme trabajo, haciendo crecer la película exponencialmente. Yo no soy letrista, es la primera vez que escribo la letra de unas canciones, y encontrarme a niños cantándolas aún me parece algo milagroso, me emociona profundamente.

Para finalizar, ¿en qué proyecto estás trabajando actualmente?

Estoy trabajando con Isabel Helguera en una película que esperamos esté lista el próximo año. Se titula “El sueño de la sultana” y es de una belleza inconmensurable. 

Es una película feminista, muy autoral de la directora, basado en un cuento de Rokeya Husein, una escritora bengalí, que fue publicado en la India en el año 1905. Es una utopía, un mundo al revés donde las mujeres son las que están al mando de los países y los hombres son los que están en los hogares, realizando las labores domésticas. Este cuento, que descubrió Isabel en una librería, la inspiró y dio pie a reflexionar sobre la situación de las mujeres en las diferentes culturas, creando una historia de animación fantástica, muy hermosa. Cuanto más avanza en su ejecución, más segura estoy de que esta película conseguirá realizar un recorrido en festivales muy importante. SM