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En una banda de guerra, cada participante tiene que tocar su instrumento de una manera específica para poder dar las órdenes correspondientes. Si alguno de ellos decidiera tocar algo distinto, porque su naturaleza se lo dicta, podría ocasionar un caos, aunque no sea su intención. Esa es la problemática que plantea Raúl ‘Robin’ Morales en el corto “El Trompetista”. 

Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de octubre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Arte”.

Robin Morales es un diseñador gráfico, que a través de varios talleres, fue de a poco incorporándose al mundo de la animación. Precisamente, en una de las clases en las que estuvo, como curso decidieron que cada uno postularía una idea y la que fuera más realizable, la harían entre todos. Ganó la idea del profesor y “El Trompetista”, quedó olvidado.

Varios años más tarde y con poca fe, Robin postuló a IMCINE para poder llevar a cabo su idea: “Nunca he vuelto a quedar, pero esa primera vez todo funcionó”, señala entre risas. Al proyecto se sumaron amigos de su trabajo en Ánima, y algunas personas que había conocido en el taller en el que por primera vez presentó “El Trompetista”, como a Guillermo Calderón: “Él tomó los bocetos que tenía con el diseño de los personajes y lo mejoró. Los hizo más orgánicos y adaptables para animación”.

Para el director, el proyecto fue algo que inició como un trabajo muy personal, con arte, personajes y storyboard (realizado en tan solo unas semanas con Illustrator) previamente trabajados por él mismo, pero: “Todos estos amigos que son unos artistas, lo llevaron a otro nivel. Fue muy lindo”.

Uno de esos artistas fue Leoncio Lara Bon, un compositor que tuvo la importante misión de realizar la banda sonora de un corto en que: “La música es otro personaje. Es el hilo conductor”. Para ello, Bon construyó una pieza única, que al no tener palabras: “Comunicó a través de contrastes, creando diálogos musicales”. En esa comunicación, también formó parte el diseño sonoro de Javier Pérez quien, al igual que Leoncio: “Fue muy detallista con la elección de sonidos. Creó desolación y riqueza”.

Acompañando esos sonidos y sentires, “El Trompetista” muestra colores y figuras que comienzan con una banda de guerra en un campo rígido: “Cuadrado y gris. La música es dirigida y marcial”, hasta que el protagonista empieza con tonos más de jazz, iniciando con ello: “Una revolución de conciencia en donde vamos a poder expresar nuestra música y colores”.

La razón detrás de la elección de una banda de guerra, no fue al azar, aunque la creación de “El Trompetista” sí fue algo azaroso: “Estábamos trabajando y escuché a unos trompetistas. Salí corriendo y resulta que era una banda de guerra en un campo militar”. Pidió permiso para grabar, conversó la idea con los generales y  no pudo evitar recibir algunas leves críticas de su parte: “Me reí y en buen tono les dije que era una forma de caricaturizar el control”, de todas formas, pudo grabar.

Así como hay un control en “El Trompetista”, también hay libertad, y es esa la idea principal del corto, según su director: “Todos tenemos una música en particular que muchas veces callamos cuando caemos en estructuras rígidas”, explica Robin. Para él, hay ciertos patrones que fuerzan a las personas a caer en un molde único muchas veces inconsciente.

Lo que enseña el cortometraje, es que ese molde se puede cambiar cuando una persona se atreve a tocar su música interior y contagia al resto. Como en el corto: “Todos parten con un gorro tapándoles los ojos, y luego pueden ver”, se mueven en un mundo de colores y jazz que les permite seguir su camino, como se puede ver en los créditos de “El Trompetista”, con varios de los trompetistas felices con sus nuevas profesiones. “Ojalá que todos se animen a abrirse brecha con su propia trompeta”.  SM