Cada día nos levantamos, vemos alguna pantalla, vamos a trabajar, volvemos y seguimos viendo pantallas. La comida que compramos es casi toda de la misma marca y los programas que consumimos siguen una línea parecida. Ahora, ¿qué pasaría si fuera un insecto el que siguiera esa rutina? El corto de Augustín Touriño, “Cucaracha”, lo responde.
Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de diciembre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Familia / Rutina”.
“Es la transformación de una persona y un insecto, pero desde el trabajo. Se trata de cómo un ser aparentemente salvaje deja de serlo cuando actúa según lo que nosotros creemos humano”, explica Agustín Touriño, director de “Cucaracha”, luego responde: “¿Qué es ser humano? En definitiva, es un ser que trabaja repetitivamente y consume lo mismo que el personaje”.
El protagonista del cortometraje vive a base de galletas de arroz y TV. Para el director, el consumo de televisión que se muestra en “Cucaracha”, es un formato aplicable a lo que nos ocurre hoy en día con nuestros celulares: “Todos los días revisamos nuestro teléfono y estamos horas en redes sociales”.
En un punto del corto, vemos que ahora quien hace zapping y come galletas de arroz, es la cucaracha. Quien va a trabajar, es la cucaracha; y quien empieza a vivir entre basura, es el hombre. Sigue habiendo un cambio, pero a diferencia de “La Metamorfosis” de Franz Kafka, la corporalidad de ambos se mantiene, no así su personalidad.
“Cucaracha”, viene del universo Kafkiano, pero: “Llevado a un punto más actual y ambiguo temporalmente, con un foco en los medios de comunicación”, señala Agustín. Los medios y el trabajo instauran una monotonía, de la que cuesta salirse porque la vemos como algo “humano”.
Pero no siempre la rutina es mala, ni nos vuelve cucarachas. Para el director, la realización del corto significaron varios meses de monótono trabajo: “Todos los días era levantarse, ver en el calendario qué tocaba animar, hacer el movimiento, animarlo, chequearlo, volver a hacerlo y así una y otra vez hasta completar todas las tomas”, y aunque suene tedioso: “Es en ese HACER que uno va ganando experiencia”.
Y fue precisamente esa experiencia, la que permitió mezclar técnicas dentro de “Cucaracha”: “El televisor está en 2D y con menos cuadros por segundo para que se vea más artificial en comparación al mundo de Stop Motion”, explica el director. Para dar mayor expresividad a los personajes y el entorno, también usaron 2D sobre el Stop Motion: “Algo que tenía claro con este corto, es que todo se podía producir después. Lo pintado en la maqueta, se puede replicar con un pincel digital”.
Otro aspecto que el equipo del cortometraje, tuvo claro desde el inicio era la importancia del sonido para aportar a la narrativa: “Es el 50% del corto”. La falta de diálogos, también fue una decisión consciente que buscó acentuar características del personaje: “Es un hombre solitario, consumista y sin personalidad. Se remite a gestos y onomatopeyas simples”.
Los escenarios por los que se mueve el protagonista, también buscaron recalcar esa personalidad y el sentimiento de monotonía. Su departamento y la fábrica, que son prácticamente los lugares que más habita, son: “Opresivos, oscuros e incómodos. Quisimos que la luz fuera lo más fría y artificial posible. Todo lo brillante y luminoso está afuera, y el personaje escapa de ello”, comenta Agustín.
La premisa de “Cucaracha”, no siempre fue sobre la rutina y los medios. En un inicio era sobre un hombre que terminaba siendo devorado por una cucaracha, luego de haberla adoptado para que trabajara en lugar de él: “Era mucho más chiquita la historia y el mensaje más simple”. A partir de esa primera aproximación a la historia, el director accedió al Fondo Nacional de las Artes.
Durante un año, Agustín Touriño, Ezequiel Ayala y Matías Deon escribieron el guión del cortometraje: “Con todas las idas y vueltas necesarias”. Luego fue otro año más animando en Stop Motion y unos últimos seis meses en postproducción y sonido. En el proceso, también ganaron El Polo Audiovisual de Audiovisual, que es un fondo de Córdoba que permitió: “Tomarnos un tiempo para desarrollar el corto”.
En todo ese tiempo y gracias al trabajo y rutina que siguió el equipo de: “Todas las excelentes personas que estuvieron detrás del corto”, “Cucaracha” se transformó en la obra que vemos hoy. De un hombre entre latas y cartones viendo tele todo el día; y una cucaracha con riñonera que sale a trabajar. SM