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Haciendo un magíster en Animación en  University of South Whales (Universidad del Sur de Gales, Reino Unido), Mario Quiñones retrató a Chile. En un corto de cinco minutos, mostró su flora y fauna, sus paisajes, su gente y cómo no, sus terremotos. En la naturaleza  característica del territorio representó a una familia, con todo el cariño y la tragedia que significa, a veces, vivir en ese país.

Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de diciembre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Familia / Rutina”.

Para Mario Quiñones, “Huemul” es un cortometraje que tiene mucho de su propia experiencia de haber nacido en Chile: “Crear este corto, me permitió hacer una búsqueda personal, en la que presté atención a mi origen y contexto”. Si bien la idea original del proyecto era completamente diferente, gracias a la orientación de sus profesores, el director logró crear un guión más acorde a sus propias raíces.

Fue una evolución que para el director resultó interesante. Aprendió cómo se producen las animaciones y qué tan importante son las pre-producciones en el proceso. En el año que tardó en hacer el corto, la mitad del tiempo fue destinado a sentar las bases en términos de animación, referencias, diseño de personajes y: “Sobre todo el guión. La historia no se va a sustentar sin la preproducción, y no tendrá una estructura completa”.

El resto del año, se distribuyó en cinco meses de animación y un último mes de postproducción. Pero: “Hay que saber que uno no lo puede hacer todo. El equipo es fundamental y tuve la suerte de trabajar con personas que creyeron en el proyecto”, agradece Mario.

Parte de ese equipo fue el compositor Pedro Santa Cruz: “Yo ya había trabajado junto a Pedro en productoras chilenas, un músico extremadamente talentoso. Al comentarle sobre la animación y temática -y a pesar de ser un proyecto sin recursos y estudiantil- inmediatamente se sumó a la producción”, recuerda el director. Juntos decidieron mantener el espíritu chileno-andino de “Huemul” y que la música tuviera esas tonalidades, usando de referencias a artistas como Gustavo Santaolalla e Inti-Illimani.

En cuanto al diseño sonoro, José Tomás Novoa estuvo a cargo: “A veces se menosprecia este trabajo, pero tiene una importancia vital, sobre todo en un cortometraje sin diálogo”. José Tomás al igual que Pedro, se embarcó de forma entusiasta y ad honorem.

Respecto a la parte visual, un componente importante es el uso del color en “Huemul”: “Desarrollé un colorscript, que es algo así como un storyboard, pero con más foco en los tonos y el dramatismo”, explica Mario. En el corto, la noche y oscuridad tienen tonos sombríos y verdosos, la tarde y aquellos momentos de tensión rojizos y la incertidumbre con colores morados: «Coincide con los estados emocionales del protagonista, cómo se siente y cómo se desarrolla el drama en la historia«.

El padre, así como el resto de los personajes, están animados en 3D, pese a que la experiencia profesional de Mario Quiñones hasta el momento habían sido solo trabajos en 2D: «Fue una decisión experimental. Quería aprovechar las ventajas espaciales del 3D y que además se mimetizara con el arte y estética 2D de los fondos«. Para poder llevar a cabo esa idea animó y compuso en Maya y After Effects.

Y para poder hacer todo el corto se centró en las memorias emocionales y familiares del protagonista. Como de aquella  vez que hizo un viaje a Torres del Paine y junto a su pareja, se encontraron a un huemul: “Me gusta que pueda ser como nuestro Bambi. Creo que la fauna chilena es impresionante”, comenta el director.

Mario Quiñones también se centró en Chile, un país lleno de bellezas naturales, pero que también puede convertirse en un territorio hostil: “Quería compartir la resiliencia de vivir en un lugar así, a través de cómo sufren las personas en torno a los desastres”, y aunque el corto muestra el lado más doloroso de los movimientos telúricos, para el director, ser chileno implica ciertas curiosidades que van más allá de aquello: “En nuestro país al sentir un temblor nos convertimos en sismólogos, evaluamos la intensidad y decimos ‘tranquilo, si fue como de cuatro coma algo en la Escala Richter nomás’. Algo que donde vivo ahora, en Brasil, no ocurre”.

Y otro fenómeno que recuerda el director de Chile y sus temblores, es la exposición mediática que pudo verse en el país luego del Terremoto del 2010. Día a día las noticias transmitían historias de todo tipo. Una de ellas en particular le llamó la atención a Mario: “No sé si es un recuerdo inventado entre tantas tragedias, pero era una nota sobre un padre esperando a su hija afuera del edificio Alto Río en Concepción, luego de haberse desplomado a un año de su inauguración”, pero como nunca encontró el origen o algún respaldo de que eso haya ocurrido, cree que fue parte de su imaginación. Una historia que terminó dando origen a “Huemul”. SM