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El mundo sería tanto más fácil si pudiéramos deshacernos de los malos recuerdos, o al menos eso opina el protagonista de “Memories For Sale”. Pero al momento de poner ese pensamiento en práctica vendiendo el taxi de su difunto padre, se da cuenta de que nadie es blanco y negro. Manuel López, director del corto, comenta lo que fue hacer esta historia familiar. 

Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de diciembre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Familia / Rutina”.

Memories for Sale”, que en español se traduce a Se Venden Recuerdos, es una historia ficticia que trata sobre el perdón. Aunque con el tiempo, Manuel López se dio cuenta que algo de inspiración en hechos reales había: “Conté una versión alternativa de lo que pudo suceder con mi vida”.

Cuando Manuel tenía cuatro años, su madre fue diagnosticada con un tumor cerebral: “Me tuvieron que explicar que la posibilidad de que yo perdiera a mi mamá, era muy alta”, y aunque finalmente todo resultó bien: “Pasé por una experiencia que, a la edad que tuve, me pesó mucho”.

De igual manera le pesó el alcoholismo de su padre quien: “Por dicha dejó de tomar hace doce años”, explica el director de “Memories for Sale”. “Mi cortometraje retrata qué hubiera pasado en mi vida si mi mamá no hubiese sobrevivido y mi papá hubiera seguido bebiendo”, pero ese análisis fue posterior a la realización del cortometraje.

Porque la temática del corto realmente es sobre la habilidad que adquirimos al vivir en familia de disculpar a quienes nos han herido: “Hay cosas que no se pueden cambiar, pero uno puede entender las circunstancia y por qué y así dejarlas ir”. El protagonista del cortometraje cree que vendiendo la última pertenencia de su padre, podrá eliminar toda su historia, pero: “Empiezan los recuerdos y se da cuenta de que las cosas eran distintas. Era mucho más que un papá alcohólico”, comenta Manuel.

Cuando el director decidió hacer “Memories for Sale”, además de tener una idea de la temática clara, también tuvo claro que quería que fuera en 2D ¿El problema?: “Casi no sabía dibujar, así que aprendí a hacerlo y a animar en 2D, porque la carrera en la que yo estaba, era de 3D”. Manuel López tomó clases con un profesor de dibujo en una academia y empezó a dibujar bodegones en grandes pliegos de papel: “Desarrollé perspectiva. Me fue muy útil para los movimientos de cámara”.

Fue así como el director logró hacer el corto de su proyecto de título, con una técnica que tuvo que aprender de manera autodidacta: “Eso es lo más impresionante de la animación, para hacer algo solo debemos pensarlo y dibujarlo”. Tomar en cuenta la libertad que entrega, y utilizar: “La luz, el color, el sonido como un personaje más en la historia, de manera menos restrictiva que en otros formatos”.

Manuel López utilizó esa propiedad de la animación y optó por el uso de paletas monocromáticas en los momentos de mayor drama en “Memories for Sale”: “Para mí era importante usar colores vivos. Quería que todo estuviera embarrado de rojo, de amarillo, azul. Que cada color hiciera énfasis en las emociones del personaje”.

Para la animación, el director usó Clip Studio Paint. Para la postproducción, After Effects. Para la música, su guitarra y piano. “Fue lo que más me costó. Sentía una presión muy grande de mi parte porque llevaba 15 años tocando instrumentos”, recuerda Manuel. Primero musicalizó el minuto inicial del corto: “Desde allí continúe y cada vez que sentía que estaba trabado, volvía a ese primer minuto”, y tocaba encima del sonido del monitor cardíaco: “Si uno presta atención, suena a lo largo de todo el corto”.

Respecto al guión, Manuel López también decidió innovar y trabajar las temporalidades de “Memories for Sale” escribiendo en dos columnas paralelas. En una estaban escritas las cosas que sucedían en el presente, como al protagonista dentro del taxi, finalmente perdonando a su padre y rompiendo el cartel de se vende; y en la otra columna trabajó con el pasado, como cuando el protagonista entendió que su padre era más que solo una botella. Que era abrazos, bailes, y un recuerdo imposible de vender. SM