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Con plasticina en mano y la animación fotograma a fotograma como aliada, la directora de arte Cecilia Toro busca crear una narrativa que logre transmitir, de manera simple y significativa para la niñez, un potente mensaje.

“Creo que la plasticina es un material súper conveniente al momento de graficar las locuras infantiles, lo que las niñas y niños quieren y no lo que los adultos buscan para ellos”, señala la directora de arte Cecilia Toro, fundadora del estudio de animación stop-motion Plastivida. Para lograrlo “es fundamental salir de los límites al momento de diseñar, crear imaginarios y personajes fuera de lo real, buscando referencias totalmente atípicas, desligándose de todos los prejuicios”, agrega.

El primer acercamiento de la realizadora con este mundo fue en 2003, cuando trabajó como ilustradora para El Mercurio realizando foto-ilustraciones en plasticina. A partir de ahí no se alejó más de este versátil material. “Aquí me di cuenta de que estas figuras, tanto como ilustraciones o en animación, son un vehículo efectivo para enviar mensajes”, reconoce.

En sus más de quince años de trayectoria, la artista chilena, quien también trabaja en editorial, publicidad, prensa y difusión científica, ha formado parte de la realización de series animadas como “Ene Tene Tú” (2005), “Cantamonitos” (2007), “El Ogro y el Pollo” (2009) y dos temporadas de “Horacio y los Plasticines” (2013).

Desde su propio estudio, realizó el cortometraje animado stop-motion “Cantar con sentido, una biografía de Violeta Parra” (2016), ganador del premio chileno Pedro Sienna 2017 y el galardón iberoamericano Quirino 2018.

“LAS MINIATURAS SON UNA SUBVERSIÓN”

La técnica utilizada para las producciones de Plastivida y para reconocidos filmes internacionales como “Chicken Run” (2000), “Wallace & Groomit” (2005) y “Coraline” (2009), es conocida como plastianimación o claymation en inglés, un clásico dentro del mundo del stop-motion.

Aunque el método tiene más de cien años de antigüedad, recién en la década de los 70 el director de cine William Vinton, tras la famosa campaña “California Raisins” (1986) y el videoclip “Speed Demon” (1989) de Michael Jackson, acuñó el término “claymation”, para referirse a la animación de personajes esculpidos en plasticina, generalmente alrededor de una armadura de alambre. Estos muñecos son dispuestos en un pequeño set a escala, donde se fotografían cada una de sus posturas y desplazamientos para generar movimiento, y, posteriormente, una historia.

“Lo que más me gusta de estas realizaciones es el making-of, donde se ve lo simple que es. Me gusta trabajar sin grandes sofisticaciones; muchas veces sólo el ingenio y una visión certera puede lograr un gran efecto en pantalla. Desde lo simple puedes dejar un gran mensaje”, dice la académica en animación stop-motion que realiza clases en la Universidad de las Américas, Balmaceda Arte Joven y Universidad Gabriela Mistral.

Para la artista chilena, estas miniaturas son una “subversión de la realidad”, una rebeldía donde puede pasar lo que sea. “El stop-motion y la animación en general es súper subversiva, no obedece reglas. Todas mis ganas de cambiar el mundo e inquietudes puedo materializarlas desde este mundo en miniatura”, sostiene.

Cecilia explica que busca plasmar historias a través de un lenguaje accesible al público, tal como lo hicieron Los Prisioneros en sus canciones o el humorista gráfico Joaquín Salvador, más conocido como Quino, en sus historietas. “Desde chica leía Mafalda. Me asombra que ideas políticas tan complejas se pudieran explicar de manera fluida, en ocho viñetas, y que las pudiera entender una niña de tan solo siete años”.

Toda esta teorización, pudo ponerla en práctica en el cortometraje “Cantar con sentido, una biografía de Violeta Parra”, un proyecto museográfico convertido en cortometraje, que recorre hitos cruciales de la historia de la mujer que rescató el folclore chileno e inspiró a toda una generación de artistas y músicos latinoamericanos.

“Contamos nuestra propia historia de Violeta. Buscamos entender su sensibilidad para plasmarla en un mundo en miniatura, hicimos nuestra mini subversión donde ella no se moría por amor, sino que moría por sus convicciones. Y aunque no crean los escépticos, todo se realizó con ella siempre presente en el rodaje”, recuerda.

La ilustradora asegura que “este cortometraje marca un antes y un después en mi vida profesional. Fue la primera vez que trabajé desde mí, con mi forma de hacer las cosas, mucho más sencillo e íntimo, a una escala que me acomodaba. Para mí ‘Cantar con sentido’ significa independencia y autonomía”.

En este contexto, la realizadora cree que es importante narrar desde un imaginario propiamente latinoamericano y terminar con la tradición de los 80 y 90, donde las direcciones de arte en la publicidad se inspiraban en contenidos extranjeros, representando a niños rubios como el promedio en Chile.

“Uno de mis primeros y principales desafíos es descolonizarnos. Descubrir cómo son nuestros niños, nuestros ambientes e intereses, porque el contenido que estaba disponible cuando chica generalmente provenía del extranjero con códigos totalmente foráneos a nosotros”, enfatiza la realizadora.

Actualmente, Plastivida, junto a Claudia Huaiquimilla y Pablo Breene de la productora Lanza Verde y a Leonardo Beltrán, director del estudio de animación Niño Viejo, preparan el largometraje animado en stop-motion “Pangui” (del mapudungun que se traduce a “puma”). Según revela Cecilia, el filme estará dirigido a un público familiar y su argumento coincide con la revolución social chilena del 18 de octubre del 2019.

SER REALIZADORA MUJER

Entre sus principales referencias en el mundo de la animación se encuentra la primera directora de arte de Disney, Mary Blair, quien estuvo en el proceso de creación de clásicos como “La Cenicienta” (1950), “Alicia en el País de las Maravillas” (1951) y “Peter Pan” (1953). La artista estadounidense modernizó el estilo de lo que se estaba realizando en la compañía del ratón con su reconocido sentido del color y diseño.

“Todas mis amigas realizadoras y directoras comparten esta referencia, porque ella no fue muy comprendida en su época, fue muy cuestionada. En realidad, ella fue muy vanguardista y visionaria, por eso es muy importante para mí”, argumenta Cecilia.

Rescatando a esta profesional del mundo de la animación, la directora de Plastivida resalta la importancia de reconocerse como realizadora mujer. “Creo que existen muy pocas mujeres dirigiendo equipos. Muchas trabajan en la industria de la animación y son las mejores trabajadoras, responsables y talentosas. Pero según mi opinión, son muy pocas las que dirigen equipos”.

“Tenemos que abrirnos camino. Para mí es importante manifestarles sobre todo a mis alumnas que hay que hacerlo consciente, no se puede dejar a la espontaneidad. Hay que pelear el espacio y mantenerlo como lo han hecho tremendas directoras chilenas (Fernanda Frick, Bernardita Ojeda, Antonia Herrera, María Soto Aguilar y muchas más que se me pueden quedar en el tintero). Todas somos compañeras y nos seguiremos apoyando, abriéndonos camino”, cierra la directora de arte chilena. SM