Perder la memoria es inevitable. No importa cuánto la resguardemos, la naturaleza llega y deja como única opción el quedarnos con aquello que no se quiso llevar. Sofía Rosales, desarrolló la anterior problemática en “La Casa de la Memoria”, un corto en Stop Motion y 2D que compara a los recuerdos con películas.
“La Casa de la Memoria” es protagonizada por un adulto mayor autosuficiente y apasionado que trabaja cuidando una filmoteca. Pese a que cada vez, le quedan menos películas que ver y resguardar, él continúa atesorando su vida, sus films y con ello, sus escasos recuerdos.
Sofía Rosales, directora del cortometraje, se inspiró en su abuela Lupe que padecía de Alzheimer, para contar la historia: “Ella vivía como si tuviera 11 años. Tenía solo recuerdos de esa época y confundía a sus hijos con gente de aquella época”. “La Casa de la Memoria”, es una explicación de la enfermedad de Lupe, pero también: “Una carta de amor a mis abuelos. Traté de retratarlos a todos de una manera”.
Uno de los abuelos de Sofía era fanático del cine. De ahí la idea de hacer que la historia transcurra en una filmoteca y que los recuerdos fueran retratados como película, además de que: “Recordamos evitando ciertas cosas, como en las películas. Nos quedan sensaciones e imágenes más que diálogos”.
Y junto a ese retrato de sus abuelos, va el intento de explicación sobre el Alzheimer: “Yo quería entender la pérdida de memoria sin ser un médico. Sin saber nada, quería contar una historia”. Y la contó.
Para contar la historia de “La Casa de la Memoria”, Sofía, quien además de dirigir hizo diseño de producción y arte, leyó sobre el Alzheimer. Uno de los libros que encontró en su búsqueda de información, tenía uno de los primeros dibujos que se hicieron sobre las redes neuronales: “Eran preciosos y con un desorden muy particular que quería que se viera reflejado en la filmoteca”.
En el cortometraje, la filmoteca está descontrolada. Cada vez hay más desorden, filtraciones de agua, enredaderas y corrosiones en la madera que causan verdaderos derrumbes dentro de “La Casa de la Memoria”. Al ser el daño progresivo, y la maqueta una sola, las tomas fueron grabadas cronológicamente.
La filmoteca fue hecha a partir de una sola maqueta: “Era como un rompecabezas que podía separarse y volver a unirse para las tomas abiertas”. Medía aproximadamente tres metros y era de estructura fuerte, pero movible. Lo mismo ocurrió con el protagonista, cuyo esqueleto permitía animar de manera cómoda.
Otra decisión que hizo de la animación un proceso algo más llevadero, fue que los recuerdos fueran hechos en 2D. Ello ayudó a que ambas animaciones pudieran llevarse a cabo en paralelo y así agilizar procesos. Pero la diferenciación técnica se hizo más que nada para separar al mundo real, del de los recuerdos.
Aunque existió la ventaja de hacer ambas animaciones en paralelo, el cortometraje tardó dos años en realizarse. Inició como proyecto de título de Sofía Rosales y finalmente se convirtió en algo más por el apoyo de dos becas, siendo una de ellas IMCINE: “Todo creció mucho y de manera natural”.
Y de manera orgánica también Sofía le pidió ayuda a su hermana, Mariana Rosales, para hacer la música: “Con ella yo trataba todos los días, vaciaba las ideas. Todas las frustraciones y alegrías del proyecto”. Es por eso que desde un inicio, la directora quería que fuera Mariana quien se encargara de ello, además, al no tener diálogos, los sonidos eran algo vital: “Es una historia con puro cariño y la música debía mostrar eso”. SM