¿Qué puede contener la habitación más pequeña? En el verano de 2009 en Berlín, Nina Wehrle y Cristóbal León decidieron averiguarlo. Cuervos, ratas, árboles y lechuzas; una silla, un lobo y un niño. En la habitación más pequeña contuvieron un mundo entero. Cristóbal, codirector del cortometraje, nos cuenta lo que fue trabajar en la escala reducida de “Der Kleinere Raum”.
Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de octubre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Arte”.
“Yo le decía la cajita. Para mí era la cajita y en la cajita cabían todas estas cosas”, comenta Cristóbal León, codirector de “Der Kleinere Raum”, cortometraje que se traduce al español como la habitación más pequeña.
“Tenía un poco de labor de joyería, de miniatura, de poner mucha densidad narrativa, material e ilustrativa en poquito tiempo”, y es que en los dos minutos del corto se puede ver el crecimiento, desarrollo y desaparición del universo de un pequeño niño.
El cortometraje parte con una pieza que además de una puerta e iluminación, solo tiene una silla. Es ella el punto de partida de la habitación más pequeña: “Era una especie de lección para mí, de cómo podemos crear un mundo más contenido”. Los anteriores cortos animados (Lucía y Luis) en los que trabajó Cristóbal, eran grandes animaciones, por lo que hacer algo en una escala reducida fue un desafío en el que pudo encontrar: “Un mundo más de muñeco. Fue bonito”.
El mundo de “Der Kleinere Raum”, ilustra los miedos infantiles: “Tanto Nina como yo, teníamos un gran gusto por los cuentos”. Nina Wherle es ilustradora de cuentos y Cristóbal León un diseñador que incursionó en animación gracias a su gusto por los cuentos ilustrados antiguos: “Yo quería hacer cuentos, y la versión contemporánea de las ilustraciones de esos cuentos, para mí era con animación”.
Una silla, cartón, pintura blanca, negra y roja, papel de diario y cinta de enmascarar (o masking tape). Solo con esos materiales y un presupuesto de 80 euros Nina y Cristóbal lograron animar a la habitación más pequeña: “Este cortometraje fue súper, súper económico”, recuerda que buscaron cajas en los supermercados, recolectaron diarios y fueron por las pinturas más baratas. El precio más alto lo pagaron estando encerrados en pleno verano de Berlín. Una estación muy preciada en Alemania, ya que la luz escasea todo el año y es de los pocos momentos en que la gente puede salir y tomar sol: “Y nosotros en una pieza oscura. Encerrados en un espacio chiquitito, animando”.
Otro aspecto un poco sin sentido, del que se dio cuenta Cristóbal al animar “Der Kleinere Raum”, fue la sonorización: “¿Cómo suena un muñeco pintándose a sí mismo? ¿Cómo suena un niño de papel atravesando una muralla? Es muy poco obvio”, comenta el director, quien estuvo a cargo del diseño y edición de sonido. Finalmente, el trabajo se redujo a: “Ensayo y error. Con la grabadora al lado, iba arrugando papel, cortando cosas, pintando y buscando el sonido preciso”.
Respecto a los aspectos visuales del cortometraje, hubo un trabajo mínimo de post edición en la que solo ajustó la luz. Por lo que los fotogramas se mantuvieron prácticamente iguales al ser compilados uno tras otro en After Effects.
En “Der Kleinere Raum”, hay un tercer aspecto que se une al audiovisual y es el arte: “Para mí y con quienes trabajo, la animación ha estado siempre en diálogo con la instalación y la escultura”, de acuerdo al codirector del cortometraje, los resultados materiales, ya sea en dibujo o escultura, mientras se anima, cautivan más que la imagen fija.
Las lágrimas negras del niño en movimiento, las heridas provocadas por los cuervos, las ratas que se encaramaban y el pequeño atravesando la puerta, dando fin a su mundo creado: “Las esculturas quedaban increíbles. La animación es una forma para desarrollar realmente el arte”, finaliza Cristóbal León. SM