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Hanna-Barbera, Disney, Warner Brothers, tres de los tantos lugares en que este animador dejó plasmado su talento. Una de sus obras más reconocidas es “Scooby Doo” en donde formó parte del equipo creativo. Sin duda, este animador posee uno de los portafolios más importantes de Chile. 

Álvaro Arce es chileno y sí, conoció a Hanna-Barbera, y poco le faltó para conocer a Walt Disney. Su talento dio qué hablar en la industria norteamericana de la animación, en pleno apogeo de los años ’60. Su rumbo hacia ese estilo de vida fue por casualidades del destino, que quisieron que el mundo entero lograse ver sus aptitudes para el dibujo. Llegó a realizar storyboards, layouts y sketches para “Los Simpson”, “El Rey León”, “Los Picapiedras”, “Los Supersónicos”, “El Oso Yogui”, “Las Olimpiadas de la Risa” y “Tiroloco McGraw”. A través de toda su historia conoció a un sinnúmero de personas y lugares, entre Estados Unidos, Europa, Brasil y Chile.

Un viaje a Estados Unidos

Álvaro quería ser profesor, por eso entró a estudiar a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Ahí conoció a su futura esposa y se casó. Consiguió una oportunidad de trabajo en una agencia de publicidad y, desde ese entonces, no ha parado de dibujar. Comenzó a trazar un recorrido que lo llevó, sin pensarlo, a los Estados Unidos.

“Yo nunca había pensado antes en Estados Unidos”, señala con sorpresa. Su hermano mayor fue contratado como piloto en ese país y le pidió a su hermano menor que le hiciera compañía. “Me consiguió una pega y llegué a trabajar como Director de Arte de una agencia de publicidad muy chiquita en Kansas City”, agrega.

Luego fue Dallas. En el año 1959 Jamieson Film Company lo contrata después de ver sus dibujos. “Fui a la casa y dije ‘¡Mijita, empiezo mi carrera en los dibujos animados!’”.

Álvaro Arce recuerda su inicio profesional como animador, cuando se encontró frente a una mesa con un agujero en medio de ella, un disco, luz y pivotes. “¿Cómo me fui a meter a una cosa así? ¿Y mentirle a esta niña tan descaradamente?”, dice refiriéndose al primer encuentro con su jefa.

“No vas a creer lo que hice. Tomé un papelito, lo puse en los pivotitos; dibujé a los monitos en una esquina y lo animé hasta la otra esquina… en un solo papel. Entonces cuando terminé, llega mi jefa y me dice ‘mmm… una forma curiosa de animar’. Le dije ‘así lo hacemos en Sudamérica’”, recuerda con un poco de incomodidad, a lo que agrega “Pero así inicié mi carrera en los dibujos animados”.

Un colega le sugirió que buscara trabajo en Hollywood, donde pagaban más. El próximo estudio fue Filmation en el año 1966, pero duró poco, “¿Ahora qué hago? Estaba ya en Hollywood. No sé en qué forma terminé en las puertas de Warner Bros. Ahí empezó mi carrera de verdad”.

La Casa de las Termitas

Warner Brothers era un gran estudio de animación, donde albergaba a una ciudad simulada. Al fondo de ese complejo estaba la “Casa de las Termitas”.

Ahí comenzó a trabajar en su primera experiencia de películas de animación, en los layout del Correcaminos, que duraba 7 minutos. ”Los layout y los fondos no eran muy difíciles, era toda una carretera para allá, carretera para acá, cerros, una roca… Era muy divertido, porque cuando ibas al cine en aquella época, la gente que iba a ver una película de imagen real no se quedaba conforme si no pasaban una película animada al principio. Había que darles animación y el que hacía animación para el cine era Warner Brothers”, destaca.

Luego de trabajar unos meses en esa productora, Álvaro recorre varios estudios de animación pequeños. “En aquella época éramos pocos los que sabíamos de animación, excepto Disney que estaba en una montaña, arriba, y había nubes. Tú tienes que pasar las nubes y llegar a varios escalones y tocar una puerta enorme con un eslabón. Se abría la puerta, salía un ogro que te decía ‘no hay trabajo’ y cerraba la puerta. Pensar en ir a buscar trabajo a Disney en aquellos años era… no se pensaba no más”.

Trabajó en el UPA, United Pictures of America, como freelance y en Desilu. “Si me nombras algún show de la época en el que no trabajé, es muy extraño. Yo trabajé en todo”, contesta con humor.

Hanna-Barbera y el nacimiento de “Scooby Doo”

A esas alturas Hanna-Barbera ya había crecido. Este estudio de animación mantenía un edificio que hoy es patrimonio de Hollywood. “Yo entré y me dijeron ‘para conseguir trabajo, habla con el productor’. Estaba lleno de gente, había mucha pega. Entonces había un show llamado ‘Abbott & Costello Show’. Me preguntó si podía hacer su layout. Así salí con contrato”, recuerda Arce.

Álvaro se instaló con su escritorio en uno de los pasillos de Hanna-Barbera y comienzó a dibujar. Uno de sus jefes, William “Bill” Hanna, lo vio trabajando sin saber quién era y por qué estaba ahí. “Álvaro, te has integrado muy bien al departamento creativo. Pero déjame contarte una cosa, yo nunca te tomé, tú llegaste, y no tuve el corazón de decirte Álvaro ándate y ven otro día”, dice Álvaro recordando las palabras de Bill Hanna.

Desde ese momento Álvaro se enfrasca en “Abbot & Costello”, realiza un par de dibujos para “Los Picapiedras”, “Los Supersónicos”, “El Oso Yogui”, “Las Olimpiadas de la Risa”, “Tiroloco McGraw”, entre otros.

Bill Hanna tenía su oficina y Joseph “Joe” Barbera la mantenía al frente. Hanna se encargaba del presupuesto y Barbera de las relaciones públicas, viajando constantemente a Nueva York. En aquella época los únicos que compraban dibujos animados eran NBC, CBS o ABC.

“No se olviden de ponerle una mascota”

Un día, Barbera llama a un grupo de creativos, incluido a Arce, y les informa que le han pedido de CBS realizar un show de detectives y misterio. “No se olviden de ponerle una mascota”, agregó Joe. “A él le gustaban las mascotas. Como broma empezamos a dibujar diferentes perros y le metimos la idea de uno grande. Lo llevó para venderlo. Volvió y dijo ‘no les gustó’”, recuerda. Rearmaron el producto y en un segundo viaje Barbera vuelve con uno de los directores de CBS, quien venía escuchando en el avión a Frank Sinatra. “Entonces hay una canción que termina así ‘Scooby do by doo… tarara rara…’ y dijo ‘Scooby Doo… ese es un buen nombre para el show y para el perro’”, recuerda Álvaro. Así nació la serie “Scooby Doo”, un gran éxito de taquilla en Estados Unidos y el mundo. Tiene más de cuatro décadas de vida y de él han surgido películas en live action.

Su alejamiento de Bill

Trabajando para el show de “Los Tres Mosqueteros”, Álvaro Arce comienza una fuerte discusión con su gran amigo Mike Allens. Un día, Arce busca sus dibujos que había dejado en su escritorio, descubriendo con sorpresa que estaban en el tacho de la basura. “Qué hacen ahí”, pregunta Álvaro, a lo que Mike responde “los estuve viendo y hay que rehacer”. Álvaro, sin contener su indignación, le pregunta “¿Desde cuándo eres tú el director?”.

La discusión no se resuelve y deben acudir a Bill Hanna. “Entra Bill y le digo ‘¡Mira lo que está pasando! ¿Cómo es la cuestión?’. Y me dijo ‘Él es el director’, ‘¡No!’ le dije ‘¡Él no es el director!’ Empezamos a alegar; le tiré los dibujos. ‘Puedes meterte tu estudio donde te quepa, porque yo en este momento me voy’. Salgo y me grita ‘¡No volverás a trabajar en un estudio jamás!’. Me fui, llegué a mi oficina, pesqué mi maleta y me mandé a cambiar”.

Pero su intento de independencia no tuvo mucho éxito. Fundó Dimention Seventy la cual duró solo ocho meses. Hasta que llega una llamada: “Pesco el teléfono y Bill Hanna me dice ‘Al, tengo unos shows nuevos y quiero que vengas a trabajar con nosotros. Ven para acá porque tienes trabajo’”. Álvaro vuelve a Hanna-Barbera al día siguiente.

Primer retorno a Chile

Al poco andar recibe una llamada del chileno Claudio Guzmán, quien recién había ganado un fondo para hacer una serie educativa para el Gobierno de los Estados Unidos. Sería uno de los últimos trabajos antes de volver a Chile.

En Chile forma Grafilms junto a Enrique “Puma” Bustamante, autor del “Angelito” de Canal 13. Sin embargo, fue sólo hasta 1984. El estudio no duró más de siete años, ya que en ese entonces los procesos de producción eran muy complejos y Chile atravesaba una importante crisis económica. Aun así, lograron realizar las series animadas  “Condorito” y “Los chistes de Lukas”, junto a algunos trabajos en publicidad.

La primera película animada

Scrabble People fueron unos juguetes que se lanzaron en Nueva York a fines de los 80. La compañía juguetera invitó a Álvaro Arce a realizar una película de estos juguetes. Le encarga la producción de la pieza a un amigo en Argentina. La persona no terminó la producción y Álvaro debe encerrarse un mes en un hotel en la ciudad de Buenos Aires para completar el trabajo. “Yo me olvidé de todo, me olvidé de mi esposa, mis hijos, todo. Terminé la película a duras penas. Cortando la película con el editor porque había que presentarla”, recuerda. La película estaba desfasada.

“Alguien me dice ‘aquí hay un lugar donde te lo pueden armar’. Al final terminé la película. La llevé al hotel y me llaman desde Long Island porque me iban a ir a buscar para presentarla. La mostré, todo el mundo aplaudió. Entregué la película, me dieron mi plata, volví al hotel, tomé un avión y me fui. Una de las anécdotas más espantosas de mi vida”, concluye.

Alcanzando el cielo: Walt Disney

Álvaro retoma su trabajo en Estados Unidos y logra instalarse en Walt Disney. Un día, su portafolio desaparece y se da cuenta que se lo habían llevado al “estudio grande”, es decir, al equipo que realizaba las películas de esta casa productora.

En ese entonces existía la idea de levantar a un equipo de creativos, como cuando Walt Disney estaba vivo. “No me interesa”, dijo en la entrevista, y agregó, “Yo trabajo por mi cuenta. Puedo trabajar entre estudios: hago tus trabajos y me pagas el sueldo íntegro sin descontarme nada”, bajo esas condiciones, Arce comienza a trabajar en Disney.Llegó al equipo Brenda Chapman, Kevin Lima, Kelly Asbury, Chris Sanders, entre otros. Allí realizó dibujos para “My Fair Birdie”, para “Army Ants”, y bosquejos para “El Rey León”.

“En esa época llegó Steven Spielberg con una película llamada ‘Quién engañó a Roger Rabbit’. Había que hacer unos cortos. Steven Spielberg llegaba allá, muy simpático, una maravilla… le gustaba todo”.

Regreso a Chile

Álvaro Arce vive hace 18 años en Chile de forma definitiva. Luego de ir y volver desde Estados Unidos y Europa, donde trabajó en el estudio Lápiz Azúl, decidió regresar a su país.

Una de las cosas que tiene en mente es volver a la idea inicial: enseñar. “Estoy dando clases online a algunos alumnos”, cuenta. Mantiene una productora en Estados Unidos y espera asesorar a quienes se quieran impulsar en el mundo de la animación a nivel internacional. SM