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Si bien ya se habían hecho series de televisión en Chile, lo cierto que es que “Villa Dulce” y “Clarita” iniciaron el camino de las series animadas masivas contemporáneas en nuestro país. Probaron formas de producción, cantidad de capítulos, tipos de historias y de personajes. Cuando intentamos dilucidar cuál de estas dos series fue primera, nos encontramos con un interesante momento histórico de la animación chilena”

En 2004 fue un gran periodo para la televisión chilena. Durante ese año se estrenaron las primeras series de animación nacionales, tales como “Villa Dulce” y “Clarita”,  marcando un importante hito dentro de la línea de tiempo.  Esto, porque ambas abrieron las puertas en la pantalla abierta y gestionaron una forma de producción nunca antes vista en Chile.

No hay que olvidar que hace algunos años antes, en 1991, Vivienne Barry estrenó “Tata Colores”, serie en stop-motion que con 2 minutos de duración sus protagonistas despedían a los niños del país para que se fueran a dormir. Todo un hito para los adultos de hoy. Se suma a esto un hecho más anterior, puesto que vimos en los años ’80 en la pantalla a “Condorito”, gran personaje nacional y que se trasladó a la animación, con capítulos de corta duración.

En marzo de 2003 se estrenó “31 Minutos”, serie infantil realizada con títeres y que abrió una gran puerta para otras producciones infantiles, puesto que los canales de televisión vieron en la creación nacional la posibilidad de mostrar elementos culturales propios del país. Por ello, el siguiente paso fue las series de animación y así nació “Clarita” y “Villa Dulce”.

Sin embargo, para nuestros capítulos sobre la historia de la animación, una duda que surge es, ¿Cuál de estas dos producciones fue la primera que se realizó en nuestro país? aprendizaje in situ fue armando un dossier de experiencias, entendiendo las cosas que se debían hacer y las que no.
Lo que respecta a ambos creadores, consideran que las dos fueron el gran hito para la línea de tiempo de la animación nacional.

Lo cierto es que hace 10 años ambas experiencias se estaban llevando a cabo y fueron claves para dimensionar el real significado de hacer series animadas infantiles, aprendizaje fue armando un dossier de experiencias, donde se dilucidó las cosas que se debían hacer y las que no.

Lo que respecta a ambos creadores, consideran que las dos fueron un gran hito para la línea de tiempo de la animación nacional.

Año 2002

Luego de entregar su trabajo de título en Diseño en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Bernardita Ojeda llevaba en su cabeza la idea de una serie de animación. Sin entender mucho cómo se dieron las cosas, tuvo el apoyo de Televisión Nacional de Chile (TVN) para postular su proyecto a un fondo del Consejo Nacional de Televisión.

En 2002, este canal ya estaba trabajando en la primera serie infantil hecha con recursos propios chilenos, llamada “31 minutos”, por lo que las ansias por tener otros productos para el mismo público estaban en boga. Fue ese año que “Clarita”, de Bernardita Ojeda, ganó el fondo al que había postulado.

“El CNTV en ese tiempo tenía unos concursos chiquititos, tenía poco financiamiento, entonces era súper llamativo un producto como este”, comenta su creadora. Así se comenzó a producir la primera serie de animación chilena como tal, “y de hecho partimos sin preproducción y ese fue el
máximo error. Llegamos todos un día a la oficina y fue como ‘¿ya y qué hacemos?’, todos partimos dibujando un personaje”, explica Ojeda.

Mientras “Clarita” se comenzaba a producir en octubre de ese año para TVN, Francisco Bobadilla y Beatriz “Poly” Buttazzoni postularon a un Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes –FONDART-, para financiar gigantografías con dibujos, “era narrar cosas terribles que pasaban en ese tiempo, como matanzas y cosas así, pero desde la visión del dibujo animado. Nos fue mal porque no sabíamos llenar los formularios, y quedó la idea”, cuenta el creador.

Año 2004

En marzo de 2004 se estrena el primer capítulo de “Villa Dulce”, planteándose como una serie infantil para niños de ocho a once años, con un poco de humor negro. Canal 13 no dudó en ubicar a su nuevo producto en programas de alto rating, tal como los partidos de tenis de Marcelo “Chino” Ríos. “Influyó mucho en el éxito y los buenos peak de audiencia, entonces nosotros entrábamos con 25 puntos, con una final en Roma que se suspendió un rato y estuvimos al medio de ese intertanto”, recuerda Francisco.

Bernardita Ojeda en tanto, continuaba con su producción y comenzó a ver algunos capítulos de su competencia. “Nosotros no nos dimos cuenta, nosotros estábamos encerrados. Luego la mirábamos, la criticábamos, porque eran propuestas súper diferentes. Ellos tenían un estilo de animación súper expresivo, versus nosotros que teníamos unos guiones densos. Pero estábamos muy urgidos en ese minuto”, dice “Villa Dulce se estrenó y “Clarita” no sabía cómo seguir financiándose, y tras esa experiencia Bernardita recuerda, “El canal puso el hombro, porque pudo haberla sacado del aire, pero nos apoyó hasta el final, la dio entera. Nosotros trabajábamos dentro, ellos nos dieron un espacio”.

Ya en el segundo semestre de ese año, la serie de Ojeda se estrenó finalmente. “Yo veía ‘Clarita’ y habían cosas que me gustaban más que de ‘Villa Dulce’, y habían cosas de nosotros que me gustaban más que ella”, comenta Francisco Bobadilla.

El resultado de ‘‘Clarita” no fue tan bueno como esperaban, en un horario difícil como a las ocho de la mañana, “no tuvo tanta audiencia como sí lo logró “Villa Dulce”. Pese a esto, TVN la dejó al aire con sus 22 capítulos. Para nosotros fue una experiencia súper dura, porque nos pasamos un año y medio trabajando hasta la una y media de la madrugada. Y con cero puntos de rating. O sea, nadie nos estaba aplaudiendo. Fue súper duro. Pero vi los capítulos con el tiempo y los encuentro buenos, tuve que tener hartos años de distancia para darme cuenta”, reflexiona Bernardita Ojeda.

Año 2003

Buttazzoni viajó a Miami, Estados Unidos, donde conoció a profesionales que trabajaban en Nickelodeon. “Estaba súper rayada con los monos animados y todo, y cuando volvió yo le dije que mejor hiciéramos una serie. Yo había renunciado a la agencia de publicidad y estaba en un
periodo sabático”, comenta Bobadilla.

Así fue como Blanco Producciones comenzó a dibujar los primeros bocetos de “Villa Dulce”, “primero partimos dibujando a los amigos, todos los personajes de la serie existen. Todo nuestro grupo de amigos. Creo que hay algunos que se pueden ofender si lo saben. Pero era nuestro grupo de amigos más cercano”, aclara.

Con el portafolio en mano, ambos creadores realizaron variadas reuniones con ejecutivos de canales de televisión, hasta que llegaron a Vasco Moulian en Canal 13. “Sus características de productor sirvieron mucho para este proyecto, porque no sé si creyó en nosotros, pero quiso
poner una bandera primero, es decir, hacer la primera serie de dibujos animados chilenos. Fue la condición. Cuando ganamos un fondo que entregaba el canal, teníamos que salir antes que ‘Clarita’”, explica Francisco Bobadilla.

Bernardita Ojeda y su equipo ya habían comenzado a producir “Clarita” presentando varios problemas en su realización. No había una estructura de producción evidente y no tenían un ejemplo a seguir para solucionar los problemas de costos. “Yo creo que uno tampoco dimensionaba mucho lo que iba a significar. Ellos -TVN- no podían entender cómo nos demorábamos tanto. En
ese tiempo estaba ‘Rojo’, entonces claro ellos no podían entender porque ponían una cámara y hacían un programa de dos horas en vivo, y uno llevaba al día diez o veinte segundos”, comenta Ojeda.

Eran horarios cargados, trabajando hasta la una de la madrugada por un año completo. Al comienzo demoraban dos meses en hacer un capítulo de “Clarita”, y luego empezaron a ser más eficientes en el proceso, logrando terminar en dos semanas un episodio. Todo esto implicó que el equipo de esta serie no se percatara de que una competencia se quería asomar. “En ese tiempo Canal 13, no me acuerdo quien estaba, tenía una visión más comercial comparada con TVN, entonces como que no nos presionaron con ese tema. Entonces son cosas de visiones de los canales”, reflexiona Bernardita.

“Clarita”, con dinero del CNTV, estaba atrasada en su producción y comenzaban a tener problemas de financiamiento. Ojeda recuerda, “yo sentía puro terror ¡Yo pensaba que me iba a ir presa! Era susto. Nosotros ahora cuando postulamos al CNTV lo hacemos con trece capítulos de trece minutos, y cuando fuimos con Clarita eran veintidós capítulos de veintiséis minutos, ¡Era el doble! Era una locura en cantidad de tiempo, en recursos, no teníamos idea a quién preguntarle, y bueno, ahí aprendimos una barbaridad”.

Mientras desde la otra vereda, Francisco Bobadilla preparaba dieciséis capítulos de doce minutos cada uno, “pero nosotros no teníamos tanto la presión, porque entre nuestra ingenuidad pensábamos que íbamos a salir al aire mucho antes, que lo íbamos a hacer mucho más rápido. No
sabíamos lo que estábamos haciendo”.

Aprendizajes tras la experiencia

“Villa Dulce” en tanto pudo continuar con una segunda temporada de diez capítulos más, y con una película estrenada en todo el país la cual tuvo buena audiencia. “Pero eran propuestas muy distintas. En Chile se tiende a comparar y a nosotros nos pasó un poco lo mismo. La crítica fue muy dura porque me invitaban a programas del mismo canal, y me decían ‘pero bueno, no se parece a South Park. Nosotros le decíamos que no queríamos parecernos”, dice Bobadilla.

Si bien ambas producciones tuvieron resultados diferentes, las conclusiones son las mismas: estas experiencias sirvieron para abrir un camino para la animación en Chile. “Es invaluable el aprendizaje y como eso ha sido un capital para todas las series que han venido después. Impresionante”, menciona Bernardita. SM