Trayectorias difíciles y caminos largos acompañan el proceso de una persona que migra. Sin embargo, dentro de todo eso que puede parecer muy complejo, hay esperanza y ganas de comenzar en un país o una región diferente. Diversas animaciones con variados estilos conforman “Migrante” una producción innovadora y novedosa que incorpora la animación colaborativa, hablando sobre un tema muy importante y urgente como lo es la migración en latinoamérica.
Este cortometraje estará en exhibición a través de la plataforma chilena Ondamedia, siendo parte del ciclo “Derechos Humanos” del Festival Chilemonos, que durante todo el mes de mayo del 2022 estará disponible para el público.
Con un libro de trazado blanco que vuela sobre un fondo negro, parte una voz diciendo “Migré en búsqueda de educación gratuita, en mi país no era posible costearla, con el sueldo de mi madre solo se podían pagar los gastos básicos de la casa”. Es el inicio del cortometraje “Migrante”, cuyos directores, productores y guionistas son Ezequiel Dalinger y Daniel Iezzi. Conversamos con el primero acerca de esta producción argentina.
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela, son los 11 países desde los que provienen los más de 50 animadores que participaron de esta producción audiovisual. Cada uno de ellas/os da vida a los 26 testimonios basados en la vida real y que tienen que ver con la migración.
Entre medio de distintos estilos de animación y diversos colores, se van narrando estas historias latinoamericanas, en formato 2D durante 5 minutos y medio. Este trabajo colaborativo se realizó mediante teletrabajo, tiempo antes de que eso se volviera algo común como es en la actualidad. La técnica principal que se utilizó fue la animación colaborativa, aunando las 26 piezas distintas que cuentan las historias. Todo de manera colectiva y utilizando esta forma que es poco usual, pero que le da pluralidad de estilos al cortometraje.
Ezequiel Dalinger se graduó de diseñador de imagen y sonido en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su camino se entrelazó a la animación de casualidad. Recuerda que cuando era niño en Argentina no habían muchas oportunidades de ir al cine a ver este tipo de películas en los años 80.
Trabajó muchos años como programador en un festival que se llamaba “Nueva Mirada”, que era para las infancia. El 50% del material que trabajaban era animado.Tras esta experiencia él decidió organizar muestras de cine de animación en Buenos Aires.
Tiempo después, el realizador hizo parte de Anima Latina, el “Festival de Cine de Animación Latinoamericana” que nació en 2016, bajo la idea de crear un espacio para el cine animado en ese país.
Es así como este nuevo espacio surgió para fomentar el visionado de trabajos latinoamericanos. El cortometraje “Migrante” precisamente se estrenó en 2019 en este festival y en simultáneo en televisión.
Las historias que cuenta son diversas, como aquella que habla sobre un relato de amor de dos mujeres en tonos pasteles y morados que se abrazan y que migraron para vivir en un país menos conservador, o incluso la historia de una familia animada por unos tigres que tuvieron que viajar 15 días para llegar a su destino con los pies muy cansados.
El desafío principal de esta producción fue articular 26 relatos en diferentes estilos de animación, algunos que se ven más análogos y otros más digitales. Para este trabajo se realizó una investigación periodística que recopiló testimonios y materiales en torno a la temática. Pero lo más importante fue darle un tono esperanzador y que no estigmatice la migración.
Como se mencionó anteriormente, la técnica general utilizada fue la animación colaborativa, pero también el collage. El proceso fue placentero para sus directores, todo muy experimental, no estaban tan seguros de lo que iba a suceder, pero el resultado los dejó muy conformes. Las 26 animaciones diferentes fueron articuladas de manera armoniosa, para esto fue fundamental la construcción del guión.
Existió plena libertad en para las y los animadores en cuanto a la creación y plástica de cada una de las piezas, ya sea colores, estilos, materiales, etc. Se iban compartiendo el material de producción avanzado como diseño de personajes, paleta de colores o el storyboard, esto por correo electrónico, llamadas, etc. Todo a distancia, pero eso no fue una dificultad para el producto final. Lo que sí era fijo, era el deadline y el tiempo que duraban las animaciones, que no debían pasar de los 10 segundos como máximo y tenía que ser en 2D.
Ezequiel explica que “había decisiones que tomamos. Por ejemplo, no se nombra ningún país en el cortometraje, no queríamos estigmatizar ningún lugar de origen ni queríamos idealizar un lugar de llegada”, haciendo referencia a los acuerdos y decisiones que se tuvieron que tomar para darle forma a este gran relato visual colaborativo.
Se trata de un trabajo colaborativo que combina la animación con el documental, lo periodístico y lo experimental, sumergiendo al espectador en los dibujos que van cambiando cada 10 segundos. Mientras la voz de fondo va relatando las trayectorias migratorias.
El director señala que el relato se estructura en tres momentos que tienen que ver primero con: ¿por qué emigrar?, luego ¿que espero o añoro de este nuevo lugar?, y finalmente “ya me quedé o me vuelvo, es mi decisión”. Lo importante es precisar que la migración es algo natural de la historia de la humanidad.
“La búsqueda de animadores estaba destinada a talentos emergentes, a pluralidad de voces, de estilos, en la mayor cantidad de países posibles dentro del recorte de lo latinoamericano. Que haya casi una equidad entre directores y directoras también”, relata Ezequiel respecto a la selección de las y los animadores que participaron del proceso, quienes fueron fundamentales para darle espacio a esta historia.
El cortometraje ha sido mostrado en aproximadamente 100 eventos, ha participado de 40 selecciones oficiales como el Festival Chilemonos en Chile e incluso del Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy en Francia, por otro lado se ha utilizado como material de estudio. Los visionados son sin fines de lucro, su exhibición es gratuita y abierta al mayor público posible. Es importante destacar que la producción fue totalmente independiente y se realizó durante 5 meses en total.
Cuando se presentó el cortometraje habían muchos y muchas migrantes en la sala, que se emocionaron y se reconocieron en esas historias que veían en la pantalla, para los realizadores eso fue como la aprobación del proyecto, la confirmación de que habían hecho un buen trabajo.
Para ir cerrando el director es enfático en señalar que “a veces no hay que esperar la oportunidad, sino que hay que generarla”. Esto se puede interpretar como una invitación a experimentar y explorar los espacios que no existen.
Este trabajo audiovisual es sin duda un gran aporte para conocer la realidad migrante en latinoamérica, abriendo puertas novedosas para su representación e incluso su estudio. Demostrando una vez más las infinitas posibilidades de la animación.
La gente va a seguir desplazándose a otros países, porque es algo que ha ocurrido siempre en la historia de la humanidad. Este tipo de producciones audiovisuales contribuye a desestigmatizar la migración y a generar espacios más inclusivos. SM