“Canillas” está sentado sobre una gran fuente de agua en su mansión, mientras la malgasta de manera ostentosa y lo disfruta riéndose, dicha situación provoca que sus vecinos se queden sin suministro. Estos le dan una lección que lo hará tomar conciencia. Se trata del personaje principal de “Modesta historia de un suntuoso derrochón”, cortometraje dirigido por Gonzalo Rimoldi, con quien conversamos para conocer detalles de este trabajo audiovisual.
Esta producción que ganó en 2012 el premio a “mejor animación” en la 19° versión del Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales de Rosario, Argentina, estará disponible en la plataforma Ondamedia en el ciclo “Naturaleza” del festival Chilemonos, durante todo el mes de junio de 2022.
Con música original y entre rimas se va relatando esta historia. Canillas se pasea por su mansión abriendo todas las llaves de agua y disfrutando su derroche sin ningún tipo de consideración con los demás habitantes de su barrio. Se escucha una voz de fondo rimando: “sus cuarenta baños recorría desde temprano a la mañana, todas sus canillas abría, pero ni su cara se mojaba. Juan Carlos se maquillaba y el grifo abierto dejaba. Al amanecer se lavaba los dientes y el agua chorreaba eternamente”.
Gonzalo Rimoldi es el director de este cortometraje. Es oriundo de Rosario. El argentino partió siendo músico y estudiando para profesor de artes, pero no terminó esa carrera. Su camino en la animación comenzó más tarde. Recuerda que cuando estaba en una banda empezó hacer visuales para las presentaciones, cuestión que lo llevó a interesarse en esta área. Cuenta que en una de esas oportunidades alguien le dijo “¿por qué no cursas animación en una escuela municipal, que tiene tres o cuatro años? Se acaba de abrir”. Este comentario resultó decisivo para él.
Cuando era adolescente se la pasaba dibujando toda la noche con su hermano y por la mañana salía a mirar cómics a los quioscos. Ahí nació su pasión por los dibujos animados. En dicho momento vió que había un taller de animación en Sótano Cartoon, pero en ese entonces no podía costearlo. Años más tarde se metió a estudiar en la Escuela para Animadores de Rosario, casualmente quien impartía el curso era la misma persona que anunciaba ese taller cuando él tenía 12 años, se trata de Pablo Rodríguez Jáuregui, el director de la institución educativa, quien se transformó en su mentor. Gonzalo recuerda sobre esto que “acá era un cursado con un perfil más independiente. No es tanto, vení que vas a entrar a la industria, sino como vení, vas a hacer un cortometraje y encontrar tu estilo”.
Fue después de estudiar allí, en el año 2010 que ingresó a una cooperativa compuesta por los mismos ex estudiantes de la Escuela para Animadores y también otras personas que venían de distintos lugares. Quien lo invitó fue precisamente Pablo Rodríguez Jáuregui. Ahí comenzó a laburar en distintas producciones colaborativas, todo a ritmo rápido y profesional, vale decir, esta funcionaba como una bolsa de trabajo.
Mientras estaba en la cooperativa, fue cuando junto a Melisa Lovera comenzaron a trabajar en “Modesta historia de un suntuoso derrochón”. La idea original era de Pablo, con la ayuda de Diego Martín Rolle en el guión, lo adaptaron, le pusieron diálogos y comenzaron a trabajar en ello, esto con el objetivo de participar de un concurso audiovisual con temática del agua, del ente regulador municipal de este suministro en la ciudad de Rosario.
El director recuerda que con Melisa estuvieron alrededor de tres días escribiendo y decidiendo que iba a ir primero y qué después en el relato final. Lo que tenían claro es que querían que hubiese una parte más musical y así fue.
Algunos referentes que tuvieron para hacer el cortometraje fueron “The bear that wasn’t ENG” de Chuck Jones y “Los tres cerditos” de Looney Tunes. De esta manera decidieron que este tuviera un relator, quien fue Guillermo Peñalves, que mediante rimas y un tono divertido fue narrando la historia del suntuoso derrochón. Gonzalo explica que “las referencias siempre están pensadas también como música, como canción. Una estrofa, estribillo, estrofa, estribillo”. Haciendo alusión a la construcción del guión.
La música original estuvo a cargo de Ariel Migliorelli. Gonzalo recuerda que en ese momento habían montado un pequeño estudio de grabación en la cooperativa, fue precisamente este el que usaron para grabar las voces.
El director rememora sobre el proceso de producción que duró un mes, todo a contratiempo que “en ese momento era como agotador, un poco. Cuando iniciamos este cortometraje con Melisa vivíamos en una pieza que tenía solo el colchón y la computadora arriba en el escritorio. Entonces pasábamos del escritorio a tirarnos en el colchón y llevábamos un colchón también al estudio. Hacíamos eso porque a la par teníamos que trabajar. O sea que esto lo pagábamos con nuestro bolsillo”, comenta Gonzalo, quien en ese momento era pareja de Melisa, haciendo referencia a lo difícil que puede resultar hacer cortometrajes con bajo presupuesto.
“Este cortometraje fue muy íntimo, pues fueron muy pocas cabezas”, precisa el director.
La música, las voces y la animación se hicieron a la par. Para esto último utilizaron el programa Adobe Flash, pero primero hacían una pasada por Photoshop. Como anécdota el animador recuerda que “de hecho, la última semana yo borré sin querer, te diría que fueron cuatro escenas”, rememorando un caótico momento que finalmente pudieron sortear.
En 2012 las postulaciones no eran digitales como ahora. La última noche antes de que cerrara el plazo estuvieron trabajando hasta tarde. Por la mañana fueron a dejar el cortometraje en un CD y fue así que comenzó su trayectoria.
Volviendo a la historia en sí, el señor Canillas malgasta tanta agua que hasta las plantas se saturan. “De su pileta olímpica el agua cambiaba, pero él nunca la usaba. Así era Juan Carlos Roñoso. Un tipo que se las daba de fino y gracioso. Pero en el barrio sabían que era un descuidado”, dice el relator de este trabajo audiovisual en una de sus rimas, explicando las características de este particular personaje, mientras la música va acompañando las escenas.
El derroche de Canillas llega a tal punto que sus vecinos se quedaron sin suministro, cuestión que les molesta y les lleva a tomar la decisión de cortar el agua. “El derroche supera los registros, cortemosle el suministro”, dicen los vecinos. Fue así como el personaje se desespera, se mete entre las cañerías, mientras un solo de batería suena de fondo y llega a parar a la casa de una mujer, allí se toman un mate y él se da cuenta de lo que estaba haciendo. Toma conciencia y baja su consumo de este vital elemento.
De esta manera la historia da un mensaje ecologista, pero desde una perspectiva divertida. Si bien, invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar el agua, lo hace de una manera lúdica y picaresca, sin intenciones de obligar a nada, dejando la interpretación al espectador. Resulta importante resaltar que aunque el cortometraje fue hecho en 2012, la problemática sigue más vigente que nunca.
Para finalizar el director comenta que actualmente se encuentra trabajando en un estudio de animación independiente junto a algunos de sus ex compañeros de la cooperativa, como Melisa, Diego y Pablo. Se dedican a trabajar publicidades, entre otros, todo dentro de Rosario o Argentina. Por otro lado, también están trabajando en un cortometraje que se llama “Chico basura”, que Gonzalo comenta que se hizo en medio de la pandemia y las cuarentenas, se estima que salga a finales de este año o a inicios del próximo.
La invitación es a ver “Modesta historia de un suntuoso derrochón”, ya que, es un material divertido y con un mensaje claro que promueve el cuidado del agua, un elemento vital para el desarrollo de la vida. Por último, estar atentos a lo que viene de parte de este animador rosarino y su equipo en los próximos meses. SM