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Para Juliana Erazo, “El Dolor de Mi Madre” fue un cortometraje que le permitió resolver y representar los traumas generacionales de su familia. Desde los movimientos de cámara, hasta los sonidos de las videollamadas, la directora escondió significados que fueron sanando heridas, mientras iba animando el documental. 

Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de septiembre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Mujeres”.

“El Dolor de Mi Madre”, es un relato que Juliana Erazo ha escuchado toda su vida. Se lo sabe de principio a fin y quiso compartirlo con el mundo, pero solo podía hacerlo de una manera: “Tenía que ser específicamente esa animación, en ese estilo abstracto y un poco mágico, para poder darle respeto a la historia de ellas”, una historia que buscó representar a aquellas abuelas y madres que: “Siempre quieren darte lo mejor y en ese proceso se quedan abajo”.

Ese sacrificio, significó un trauma transgeneracional para las mujeres de la familia de Juliana. A través del cortometraje, la directora buscó resolverlo y representarlo: “La que está abajo, cimienta su raíz para que la de arriba florezca con mucha más facilidad”, explica la directora sobre cómo la metáfora del árbol fue incorporada para ilustrar a cada personaje y su historia.

La paleta de colores que acompaña a la abuela, madre y hermana,  es de tonos tierras que pasan de oscuros a claros. Hay marrones, rosados y anaranjados muy específicos, que orgánicamente se pueden encontrar en la naturaleza y forman parte del paisaje colombiano al que pertenece Juliana. Pero este cortometraje, lo hizo bien lejos de casa.

Desde Ámsterdam y por videollamadas separadas, la directora se contactó con su familia. Fue un proceso de conversaciones largas, pero según Erazo muy interesante: “En la pandemia, mi abuelita aprendió a hacer llamadas de internet”, pero solo por WhatsApp. Para tener registro de ese material, tuvo que grabar la entrevista por el celular: “Eso generó una textura de viejito,  una textura vintage”, aportando una capa significativa más a los sonidos de “El Dolor de Mi Madre”.

Los silencios con estática, los pájaros y un sonido de bolígrafo que: “Mi madre estuvo haciendo mientras la entrevistaba”, fueron algunos de los sonidos que la directora seleccionó para mostrar el movimiento y tono que tenían las llamadas. Esos elementos, y las entrevistas en sí misma, fueron incorporados y editados para que se volvieran: “Una conversación en la que sanaran sus heridas mientras hablaban entre ellas”.

Y aunque no escuchamos a Juliana en “El Dolor de Mi Madre”, sí forma parte del diálogo: “Mi voz estaba en la animación, yo también entré a esa conversación”, de igual manera explica que se hizo parte a través de la música. La directora la creó en Garage Band, y la fue componiendo pensando en lo que ella escuchaba mientras dibujaba.

La mayoría de los dibujos fueron en 2D: “Me gusta mucho la textura que está en esa línea”, cuenta Juliana, quien buscó la manera de hacer algo a mano sin la necesidad de ir cuadro por cuadro. Hizo algunos frames a mano en Photoshop que luego fue pasando a After Effects o Animator, también incorporó elementos en 3D, como los jarrones. Lo  armó por pedazos, sin intención de que fuera perfecto: “Para hablar bien de nosotras, de nuestra familia que tampoco es perfecta”.

Otro elemento familiar que la animadora quiso representar en el documental, fue hecho a través de metáforas de movimiento: “Le di mucha importancia a las transiciones de abajo hacia arriba”. Con ello quería reforzar, lo que significó para su abuela no poder darle todo a su hija; y a su madre, la necesidad de darle absolutamente todo a sus hijas desde un inicio.

Para Juliana Erazo, la experiencia de entender esas necesidades y animar un cortometraje para de alguna manera reflexionar sobre ellas y sanarlas, fue muy conmovedora: “El aspecto de ser mujer, haciendo un corto sobre mujeres. Pero no solamente eso, sino ser mujer haciendo un corto sobre el dolor transgeneracional de mi familia”. SM