A través de la apreciación y recolección de sonidos, un abuelo y su nieta se relacionan con la complicidad que solo existe en ese vínculo familiar. Gabriela Badillo es la directora de “Fonos”, un cortometraje que trata sobre amor, pérdida, obsesión y liberación. Es una historia que muestra qué pasa cuando el duelo nos sobrepasa.
Este trabajo estará disponible para el público durante todo el mes de diciembre, a través de la plataforma chilena Ondamedia, integrando el ciclo Monoclub titulado “Familia / Rutina”.
Para Gabriela Badillo, la muerte de alguien es más fuerte cuando es de un familiar cercano. Y cuando ese alguien, es tu abuelo, duele aún más: “Es una relación súper dulce que entendemos porque son quienes realmente más nos consienten y desbordan con su cariño”.
En “Fonos”, observamos ese vínculo y ese duelo a través de una niña que pierde a su abuelo. Juntos tocaban la flauta, recorrían el parque y guardaban los sonidos más hermosos de esas tardes cómplices; hasta la muerte del abuelo.
La protagonista se estanca y pese al transcurso de los años, sigue en la misma banca: “Los colores son diferentes. Pasó el tiempo y ella siguió literalmente allí, pero ahora no escucha. Está en una burbuja”, comenta la directora. Su forma de pensar también cambió, ahora es obsesiva: “Con las pérdidas vienen apegos ansiosos, de no querer soltar y bloqueos”. Se empeña en atrapar a un pájaro que le recuerda a su abuelo, lo logra, pero en el proceso lo daña.
“Al final, lo que realmente la ayudó fue un cambio de enfoque. Entender que nuestra vida sigue y que podemos construir desde el recuerdo comprendiendo todo lo que pasó”, explica Gabriela sobre la transformación liberadora de la protagonista.
Ese cambio de la mujer de “Fonos”, es algo que va acompañado de la paleta de colores: “Al inicio son tonos saturados, el ambiente se ve brillante y feliz. Luego el mundo era diferente, no necesariamente gris, pero sí perdió la alegría”. El entorno seguía funcionando, la vida de la protagonista continuaba, pero estaba emocionalmente bloqueada. Algo similar ocurre también con los sonidos del corto: “No es que estuviera en completo silencio, pero había un sentido de encierro”.
Quienes estuvieron a cargo de hacer el diseño sonoro fueron Igor Figueroa y Carlos Cortés: “Mucho lo grabaron ellos mismos, son sonidos reales construidos por ellos”, comenta la directora. De igual manera formaron el ambiente para que fuera algo de 360°: “Fue muy, muy cuidado. Sobre todo con la sensación de burbuja tras la pérdida”.
Respecto a la música, el realizador fue Francisco Solís: “Decidimos que lo mejor sería un leitmotiv. Quisimos reflejar todo el amor a través del audio”, recuerda Gabriela. A lo largo de “Fonos”, las notas musicales son las mismas, solo varía el orden, el tono y el formato en el que se tocan: “El abuelo, la niña y el pájaro tocan exactamente la misma melodía, pero en tres flautas diferentes”.
La parte visual del corto, la animación, fue cuadro a cuadro. Algunos bocetos se hicieron directos en Photoshop y otros en Animate, luego la composición se importó a After Effects. Todo ese proceso tardó nueve meses, del año y medio total que tomó realizar “Fonos”. Con el desarrollo de guión y carpeta, pudieron postular a IMCINE, espacio en el que quedaron seleccionados y pudieron continuar con la producción y posproducción.
Una vez finalizado, “Fonos” resultó ser un material de conversación para tratar con niños la muerte y el duelo: “Es una herramienta de comunicación para discutir con ellos”. Según la directora, el que sea de corta duración, y no a través de soportes escritos, permite que sea digerido de manera fácil para la infancia.
Gabriela siente que el corto: “Es un proyecto con enfoque social, que fue pensando en equipo, y del cual estamos muy felices todos quienes participamos de él”. Para ella, la historia solo pudo ser contada de la manera que se hizo, con animación, imaginación y en un mundo surreal que permitía coleccionar sonidos en una caja. SM